Locura y éxtasis rojiblanco

El Granada golea y acaricia la permanencia en un encuentro vibrante; Jorge Molina, con dos goles y dos asistencias, brilla y desata la emoción de los 300 aficionados desplazados

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Milla felicita a Jorge Molina por su segundo gol en el partido | Foto: Granada CF
Chema Ruiz España
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Pocos equipos hay que sean capaces de desintegrarse casi por completo ante su rival y, en el mismo encuentro, alcanzar el nirvana. El Granada, y bien lo saben los aficionados rojiblancos, es uno de ellos. El conjunto nazarí goleó en Mallorca, en una auténtica final por la permanencia que terminó desatando el éxtasis en la hinchada granadinista. El gol inicial de Luis Suárez fue un espejismo, porque los de Javier Aguirre se repusieron pronto y, tras empatar la contienda, atomizaron al plantel visitante. Tras el descanso, todo cambió. Escudero rompió las tablas y la entrada de un excelso Jorge Molina rompió cualquier guion que se pudiera haber escrito antes del inicio. Raíllo recortó distancias, pero el afán del alcoyano por salvar a su equipo era imparable. Se convirtió en el jugador más veterano en hacer un doblete en LaLiga, el segundo en marcar con 40 años, y asistió tanto a Puertas como a Uzuni. Una actuación sublime que insufla vida a los de Karanka.

El vitoriano rearmó su equipo sin experimentar. Recuperó a Quini, Víctor Díaz y Domingos Duarte, que cumplieron ciclo contra el Celta, para ordenar una defensa mucho más reconocible. El regreso del sevillano al once, que supuso la salida de Germán, fue el único movimiento imprevisto. Se juntó en el centro de la retaguardia con el luso, con Escudero por la izquierda, para tratar de contener al imponente Muriqi. El kosovar es una mole que precisa atención constante y una marca pegajosa. Ante el plan de reintegración progresiva que el técnico viene aplicando con Gonalons, Milla y Petrovic mantuvieron su puesto, con Álex Collado por delante. Flanquearon Puertas y un incisivo Machís, a ambos lados de Luis Suárez. En el Mallorca, tan solo Jaume Costa rompió las previsiones. Abdón y Kubo flotaron, para acentuar la creatividad de Salva Sevilla y Dani Rodríguez, escoltados por Iddrisu Baba.

El duelo exigía riesgo y los dos contendientes imprimieron malicia a su juego en sus primeros compases. Kubo, disfrazado de Oliver Atom, aprovechó un rebote sobre Víctor Díaz para pisar área y comprometer a Maximiano. Replicó inmediatamente después Álex Collado, que recogió un rechace en la frontal y disparó desde lejos, desviado el disparo por un zaguero. El propio mediapunta catalán combó el balón desde la esquina, en busca de un Domingos Duarte que, bien marcado, no logró rematar. Tampoco lo hizo Petrovic, pero sí Luis Suárez. Movido por el instinto, el colombiano pateó la pelota suelta con la suficiente colocación para evitar que Maffeo, sobre la línea, pudiera despejar. Se descosió en un bramido que le reivindicó frente a las dudas.

Hasta entonces, ya se había percibido en el Granada una calma inusitada con el esférico, que tras el gol desembocó en desconexión. Se ordenaron los rojiblancos y el Mallorca se quitó el corsé. Muriqi cabeceó fuera por poco un centro muy bombeado y, al minuto, obligó a cerrar a Víctor Díaz en un contragolpe al que le bajó las pulsaciones Kubo. La producción nazarí se agotaba y a Maximiano le empezaba a recorrer la espalda un hilo de inquietud. Combinaron los de Aguirre tras un error nazarí en la salida y el kosovar, ese soldado que cualquiera querría tener en su bando en lides como la de este sábado, templó la acción con una dejada sobre Salva Sevilla. El timón bermellón golpeó con los cordones de su diestra la cesión de su compañero para reventar las costuras del balón y reinstaurar el empate. Un golazo con el que emuló a Arya Stark para asestar una puñalada casi mortal. "Not today", debió de pensar.

La bofetada provocó una conmoción en el Granada. Quiso aplacar la efervescencia local, pero había entrado en estado de descomposición. Salva Sevilla movía a su antojo la batuta, Kubo imaginaba y Muriqi hacía temblar. Entretanto, se giró Dani Rodríguez en la media luna y disparó desde allí mismo a las manos del portero rojiblanco. Después, el atacante Kosovar empalmó una volea desviada, justo antes de que Pablo Maffeo empujara a la red un envío del mediocentro de cabello plateado, aunque en fuera de juego. Tal vez enrabietado por la diana anulada, probó nuevamente a Maximiano justo después, habilitado en carrera por Iddrisu Baba.

Los rojiblancos pedían a gritos pasar por la caseta. Todo el sistema estaba colapsando. De Machís y Puertas se conocía su presencia solamente porque se anunció su nombre por megafonía, Milla no encontraba el norte y el Mallorca había acampado en los alrededores del área nazarí. Quién sabe qué tecla debió de tocar Aitor Karanka en el vestuario, pero su equipo dibujó un encuentro radicalmente distinto en el segundo acto. Aún regresaban los hinchas a sus asientos cuando Víctor Díaz cabeceó un balón anodino en el centro del campo. Escudero, Milla, Machís, Álex Collado y Puertas tejieron el ataque y el lateral zurdo, que se internó con fe en el área, cruzó un potente disparo raso con el que superó a Sergio Rico y devolvió la ventaja al Granada.

Un inicio fulgurante, como en el primer tiempo, pero que en esta ocasión trazó un devenir distinto. Luis Suárez sintió que algo no iba como debía y pidió el cambio, sin saber que marcaba un punto de inflexión en el duelo, y tal vez en la temporada. Le sustituyó Jorge Molina, que, nada más entrar, corrió en diagonal para hacer bueno un pase de Machís, tras la recuperación de Petrovic. El alcoyano llegó hasta el borde del campo y la puso atrás, hacia donde se desplazaba Puerta. El almeriense, forzado y con Sergio Rico encima, sacó de la chistera una delicatessen para marcar con el tacón y liberar la euforia de los 300 rojiblancos que, como espartanos, se citaron en la grada. La cordura abandonó el estadio. Aún botaban en Granada cuando Raíllo sintió una corazonada que le hizo saltarse la estrategia y correr hacia el área. Allí donde se ubicó cayó un centro precioso de Pablo Maffeo, que el central guardó en la jaula con la testa.

La moral de los de Karanka, sin embargo, se había reforzado en el banquillo con una armadura férrea y no quebró, como en otras ocasiones, pese a que también llegaron las molestias de Escudero. Entró Gonalons y combinó su clase con la finura del eterno Jorge Molina. El delantero se vio en el balcón rival como Luke Skywalker frente a los batallones de la Primera Orden en la penúltima entrega de Star Wars: completamente solo en territorio enemigo. No le tembló el pulso. Desafió con la mirada a Sergio Rico en la distancia y conectó un tiro ajustadísimo que acabó en la red. Y ya iban nueve muescas ligueras.

El conjunto dirigido por Javier Aguirre entró en depresión, y aún faltaban un par lecciones más de un Jorge Molina descomunal. Maximiano realizó un saque larguísimo que iba directo hacia Raíllo. El central mallorquinista se durmió y el delantero impuso el cuerpo para arrebatarle la ventaja. Aguantó a la llegada de Uzuni en segunda línea y asistió al albano, que resistió en la carrera las embestidas de la zaga local y con la punta de la bota marcó el quinto. En la grada, la expedición visitante vibraba, mientras la hinchada local abandonaba el estadio en bloque.

Quienes decidieron no contemplar la agonía del Mallorca, vapuleado en su propia casa, quedándose sin aliento, se perdieron otra maravilla del máximo goleador del Granada. Robó Quini y se infiltró en el área rival como un cuchillo caliente corta la mantequilla. Conectó con Jorge Molina, que se deshizo de Raíllo con un giro de cadera y, a la media vuelta, cerró un resultado escandaloso. Desde 2014, ningún jugador que no perteneciera al Real Madrid o al Barcelona había logrado marcar cinco dianas contra un mismo rival en una temporada de LaLiga.

El conjunto granadino abrochó una cifra goleadora que solo había alcanzado como visitante en otra ocasión en la élite, en 1969. Se abrazaron los granadinistas en el campo, sonrientes. Karanka repartió mimos y llevó a sus pupilos a aplaudir a los desplazados, que cantaron a pleno pulmón un himno que sonó a Primera división. Aún queda camino por recorrer, pero el Granada, que sale del descenso, acaricia la salvación. 

Ficha técnica:

RCD Mallorca: Sergio Rico; Pablo Maffeo, Martín Valjent, Raíllo, Jaume Costa (Brian Oliván, 84’); Iddrisu Baba, Dani Rodríguez, Salva Sevilla; Take Kubo (Javi Llabres, 84’), Abdón Prats (Kang In Lee, 52’) y Muriqi.

Granada CF: Luís Maximiano; Quini, Víctor Díaz, Domingos Duarte, Escudero (Germán, 76’); Luis Milla, Petrovic; Antonio Puertas (Arias, 76’), Álex Collado (Gonalons, 60’), Darwin Machís (Uzuni, 60’); y Luis Suárez (Jorge Molina, 50’).

Goles: 0-1: Luis Suárez, min. 6; 1-1: Salva Sevilla, min. 27; 1-2: Escudero, min. 46; 1-3: Antonio Puertas, min. 53; 2-3: Raíllo, min. 57; 2-4: Jorge Molina, min. 68; 2-5: Uzuni, min. 77; 2-6: Jorge Molina, min. 90.

Árbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea, del comité vasco. Amonestó a los locales Raíllo, Maffeo y Valjent, así como a los visitantes Domingos Duarte y Petrovic.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 35ª jornada de Liga en Primera división, disputado en el Visit Mallorca Estadi, ante más de 23.000 espectadores, 300 de ellos granadinistas. 







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