Cinco ideas para escapar del bullicio del puente

Granada y su provincia están llenas de alternativas para quienes quieren escapar de las aglomeraciones y disfrutar de rincones tranquilos

Geoparque de Granada_Los Coloraos
Este paisaje tan increíble está cerca de Gorafe, en el norte de la provincia | Fotos: GD
Guillermo Ortega
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Las previsiones de ocupación hotelera para este puente de diciembre en Granada son francamente altas. En torno a un 80%, según la Junta. Cercanas al 70%, de acuerdo con los datos de la Federación Provincial de Hostelería. Sierra Nevada es también la estación invernal de España donde previsiblemente se congregarán más esquiadores. Granada, por decirlo de otra manera, va a estar hasta la bola.

Algo contra lo que GranadaDigital no tiene nada en absoluto, por supuesto. Es más, el turismo es una fuente de creación de riqueza y empleo, hay muchísima gente que vive de él y está más que claro que es uno de los principales activos/atractivos de la provincia.

Dejado esto claro, es innegable que, cuando hay mucha gente, se producen aglomeraciones. Y aunque muchos se mueven como pez en el agua en esas situaciones, cosa que desde este periódico, faltaría más, también se respeta, es igualmente cierto que otros se sienten incómodos entre la multitud. Por poner un ejemplo: un paseo por la Carrera del Darro, sorteando a turistas, taxis y microbuses, no es del agrado de todos. ¿Tienen que conformarse los que aspiran a tener varios metros cuadrados de espacio? No. Aquí van algunas sugerencias:

Desierto de Gorafe

Algunos dicen que es el último paraíso natural sin descubrir, cosa que no es del todo cierta porque lo cierto es que cada vez hay más turistas que eligen como destino la comarca del Altiplano y se acercan a visitarlo. Pero agobio de gente tampoco va a haber.

Es un sitio con unas vistas extraordinarias, un paisaje agreste que hay quienes comparan con el del famosísimo Cañón del Colorado o con la Capadocia turca. De un tiempo a esta parte se está promocionando tanto el desierto como el territorio colindante, que aspira a ser declarado geoparque por la Unesco.

Una vez allí, la recomendación es sencilla: perderse. Bueno, usando algún método que permita al visitante volver a la civilización, claro. Pero aprovechar para aprender (o recordar) lo que significa estar en lo que en las películas del oeste llamaban los Grandes Espacios Abiertos.

Senderos varios

Los hay repartidos por toda la provincia. Probablemente haya tramos de Los Cahorros, en Monachil, bastante concurridos. No tanto por el turismo de fuera como por el local, que es asiduo. En Sierra Nevada abundan. Si se busca sosiego, hay que evitar Pradollano. Tampoco es recomendable subir hasta el Veleta, porque está nevado, pero quedan la Vereda de la Estrella, la Dehesa del Camarate, las veredas cercanas al Parque Natural de Huétor Santillán, como la Alfaguara o Pradonegro, las rutas cercanas al pantano de Los Bermejales, el Valle del Lecrín, la Sierra de Castril, los Collados de la Sagra… Hay un sinfín de posibilidades para quienes quieran aire puro (y probablemente frío).

dehesa del Camarate Lugros

Dehesa de Camarate, un lugar imprescindible.

Camino a la costa

Según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología, en la Costa Tropical va a haber durante los próximos días una máxima de 18 y 19 grados. No es una temperatura como para darse un chapuzón (aunque ya se sabe que hay gente para todo), pero sí para pasear al borde del mar en mangas de camisa, o como mucho con alguna prenda liviana por encima.
Un paseíto muy recomendable, y que a los más mayores seguro que les trae recuerdos, lleva de Granada a Almuñécar por la carretera de la Cabra, que pasa por El Padul, Albuñuelas, Otívar, Jete y Lentegí para terminar a pie de playa. En ese trayecto hay algún que otro sitio para reponer fuerzas, pero con lo que se encontrará el viajero, con seguridad, será con unas panorámicas bestialmente bonitas de las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, que quedan a la derecha según se baja (y a la izquierda según se sube, en consecuencia).

Espectacular paisaje desde la Carretera de la Cabra .

Ya en el litoral, seguro que hay muchos chiringuitos abiertos pese a que es temporada baja. No es cuestión de recomendar locales concretos, pero si el viajero no quiere renunciar al arroz de los domingos, a este periódico le consta que hay varios sitios de los que saldrá realmente satisfecho. Las guías al uso pueden proporcionar más información.

Verde que te quiero verde

Sin salir de Granada, hay lugares donde se puede aspirar a pasar unas horas en tranquilidad. Pulmones verdes como el parque Tico Medina o el de Las Alquerías son dos propuestas interesantes. Una sugerencia sobre el primero: ya que la gente se puede sentar en el césped, ¿qué tal llevarse allí una manta antigua y esa cesta de picnic que seguro está guardada en algún altillo? Vale, vale, que no se solivianten los que no son partidarios de eso. A pocos pasos, en la zona del edificio Fórum, hay varios bares y restaurantes recomendables. Que no es obligatorio renunciar a la tapa, vamos.

Pueblos 

La provincia de Granada está llena de pueblos en los que, exagerando un poco, conforme se entra en ellos ya se está saliendo. Municipios que apenas sobrepasan los 500 habitantes pero que, en muchos casos, encierran tesoros dignos de ver. O aunque no puedan ser catalogados de esa manera, por lo menos son diferentes y por regla general están habitados por gente encantadora. Además, pese a que ya casi todo el mundo nace aprendido, y más aún los del gremio de la hostelería, buscando aquí y allá se pueden encontrar sitios donde comer (y hasta dormir) a muy buen precio.

Iglesia de Santa María de la Quinta Angustia, en Puebla de Don Fadrique.

Un ejemplo de pueblo con bastante encanto es Deifontes (que ni está tan perdido ni es tan pequeño, pero puede valer) con el nacimiento del Río Cubillas, la Iglesia de la Anunciación y el Palacio de los Marqueses de Casablanca como tres de sus atractivos, al que se podría añadir perfectamente la carne de cerdo asada como cuarto.

Otro es La Tahá de Pitres, no tanto por el principal núcleo poblacional, que también, sino por anejos como Mecina Fondales, Atalbéitar o Mecinilla. La Alpujarra como debió ser hace mucho tiempo. La oferta gastronómica es amplia y las estrellas son el plato alpujarreño y el jamón.

Un tercero, y aquí acaba la cosa porque si no el artículo no acabaría nunca, Puebla de Don Fadrique. Por el camino, opcionalmente, se pueden visitar las excavaciones de Orce y se dejará al lado el pueblo de Galera y su llamativa iglesia parroquial. Una vez llegado al pueblo más al norte de la provincia, limítrofe con la de Murcia (y, carreteras secundarias mediante, también con la de Albacete), es aconsejable ver la iglesia de Santa María de la Quinta Angustia, sin dejarse apabullar por el nombre, dar un paseo por el casco urbano, que es bastante bonito, y terminar comiendo el famoso cordero segureño.







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