Cambio radical

El Granada se ha abonado a los altibajos, a ser una montaña rusa que da una de cal y demasiadas de arena

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Ingason y Adrián, durante un momento del Eibar-Granada | Foto: LFP
Daniel Sánchez-Garrido @Danisgr
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El Granada vuelve a perder tres puntos. El conjunto rojiblanco perdió en la noche del lunes una ocasión inmejorable para reengancharse a la lucha por la permanencia tras la contundente derrota recibida a manos de un Eibar desatado. Parecía que las cosas habían cambiado por el club nazarí gracias a la buena imagen mostrada hace poco más de una semana frente a Las Palmas. Pero todo se esfumó en Ipurúa, todo fue un espejismo.

El Eibar superó en todos los aspectos al Granada. Los armeros tiraron de garra, casta, intensidad, competitividad y mucho fútbol. Mendilibar estipuló una presión y un ritmo muy alto, demasiado para un Granada que volvió a ser el que lleva siendo toda la temporada. Sin alma, sin actitud. Un cambio radical en tan solo siete días. El Granada se abona a los altibajos, a ser una montaña rusa que se aprovecha del sentimentalismo y la fidelidad de su hinchada, la cual se emociona a la mínima. Pero no se engañen, este Granada da una de cal y demasiadas de arena.

El Granada volvió a ser ese equipo débil en defensa y sin ningún peligro en ataque. Ochoa quizás fue el único que se salvó, evitando que la goleada fuera a más; la defensa era un flan; Uche dio su peor cara; Andreas desapareció; Aly sigue siendo un niño; Kravets lo intentó, pero errático en la definición y perdido en la banda; y Adrián Ramos aún no sabe dónde se ha metido. No será fácil correr sin parar, no ver el balón y pasar de Champions a Segunda División en seis meses. El futuro dirá si sigue en España o se va 'por patas' rumbo a China.

El Eibar fue todo lo contrario. Desde su primer hombre hasta el último. Dani García era el líder, secundado por Ramis. La dinamita corría pegada a la cal. Arbilla y Ander Capa aprovecharon el desconcierto de la línea de tres del Granada, que estaba pendiente de Adrián, Inui, Pedro León y Enrich. Entre todos fusilaron la meta de un Ochoa desesperado. Adrián golpeó primero desde el punto de penalti, luego avisó al larguero, y después fue Enrich quien puso el 0-2. Ramis y León pusieron el definitivo 0-4. Misión cumplida. Y los últimos veinte minutos a ralentí. Sin forzar.

Se echó mucho en falta a Saunier. El defensa francés se ha terminado convirtiendo en el baluarte defensivo de Lucas Alcaraz. Ingason y Lombán lo hicieron todo mal. Quizás fue un mal día, o quizás no. Saunier no es un virtuoso sacando el balón o un correcaminos al corte, pero todas sus acciones son ejecutadas con limpieza, de forma correcta y eficaz. Cualquier lo diría cuando el ex de Troyes no contaba para nada con Paco Jémez en el banquillo.

Por sacar alguna nota positiva, se vio a un Samper enfuchado a pesar de desaparecer del once titular las últimas dos jornadas. Está claro que se trata más de una decisión táctica que de meritocracia. Wakaso también debutó. No fue la mejor noche. El centrocampista de Ghana lo intentó, pero tampoco rascó demasiado balón. La valoración de lo que puede dar el africano se debe emplazar a otro partido.

Lo bueno para el Granada es que el 'repaso' del Eibar puede olvidarse pronto, aunque se deba mirar de reojo para que no vuelva a repetirse. Es lo bueno que tiene el fútbol, que en tan solo dos días, los rojiblancos tendrán la oportunidad de volver a recuperar esa ilusión y esperanza que se fraguó ante Las Palmas y se despreció ante el Eibar. El viernes a las 20:45 horas vuelve un choque de esos que se catalogan como 'finalísima', un derbi andaluz el Real Betis donde el Granada está obligado a ganar para ponerse a dos puntos de la salvación y meter más presión a sus rivales.







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