Caer enfermo en Rann (Nigeria) es casi una sentencia de muerte

Cuando comience la temporada de lluvias, Rann se convertirá en una isla y miles de personas quedarán aisladas

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FOTO: SILAS ADAMOU/MSF
E.P.
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La localidad de Rann, en el norte de Nigeria, resultó golpeada por un bombardeo aéreo el pasado 17 de enero. Las Fuerzas Armadas nigerianas reconocieron su responsabilidad en un ataque que terminó con la vida de, al menos, 90 personas y dejó cientos de heridos.

En el momento del bombardeo, Médicos Sin Fronteras (MSF) prestaba atención médica en el campo de desplazados de Rann. Los equipos han regresado recientemente a la ciudad del noreste del estado de Borno para facilitar asistencia médica. Silas Adamaou, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Rann, describe la situación en una localidad que ha visto crecer su población en 10.000 personas en los últimos tres meses.

Las condiciones de vida son terribles. Los desplazados viven a la intemperie, en refugios improvisados y sobreviven con menos de cinco litros de agua al día. Esta cantidad está muy por debajo de los estándares recomendados y a la población no le queda otra opción que recoger agua de charcos enfangados. De hecho, estamos tratando a muchos pacientes de enfermedades gastrointestinales y diarreas debido al consumo de agua no potable.

La situación humanitaria en Rann se está deteriorando cada vez más a medida que nuevos desplazados continúan llegando a la ciudad. Las necesidades más urgentes ahora son la asistencia sanitaria, el refugio y el agua. No hay centros de salud operativos ni capacidad para brindar atención hospitalaria. La inseguridad hace que sea demasiado peligroso viajar a otros lugares para recibir atención médica. Caer enfermo en Rann es casi una sentencia de muerte.

Resulta realmente llamativa la afluencia diaria de nuevos desplazados. Los refugios hechos de paja están por todas partes. No hay espacio en la ciudad. Incluso vemos este tipo de viviendas improvisadas levantadas en medio de la carretera. Si llega más gente no sé a dónde irán. La población ha perdido sus viviendas, sus cultivos... lo han perdido todo. Traen consigo los únicos objetos de valor que les quedan: ollas y utensilios de cocina, no tienen nada más.

REINA EL MIEDO

El miedo lo domina e impregna todo. Los adultos y los niños comienzan a correr presas del pánico cada vez que escuchan un helicóptero sobrevolar la zona. La población tiene miedo de nuevos ataques desde el cielo, pero también temen la violencia de Boko Haram. Dicen que se sienten atrapados en medio del fuego.

Las madres nos cuentan que sus hijos se despiertan en medio de la noche y lloran sin razón. Los adultos reconocen que tienen dificultades para dormir, preocupados por su seguridad y por el futuro.

La inseguridad y la lejanía hacen que sea extremadamente difícil para las organizaciones humanitarias proporcionar asistencia en Rann de forma regular. Los equipos de MSF solo consiguen hacerlo cuando el acceso es posible.

En los lugares a los que podemos llegar realizamos consultas generales de salud, principalmente para mujeres y niños. Las principales enfermedades que atendemos están relacionadas con las condiciones de vida y la falta de agua. También examinamos y tratamos a niños de desnutrición y los vacunamos contra el sarampión.

Nuestros equipos han estado trabajando para mejorar el suministro de agua, pero las necesidades son mayores que las capacidades de asistencia.

Cuando en pocos meses dé comienzo la temporada de lluvias, las carreteras quedarán inutilizables, la ciudad se verá rodeada de pantanos y Rann quedará completamente aislada de nuevo. En estos momentos, las necesidades humanitarias ya son enormes, pero es probable que la situación empeore cuando empieza la temporada húmeda. Entonces, Rann se convertirá en una isla y la población quedará totalmente atrapada.







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