Más de dos mil alumnos de la UGR disfrutan de su beca Erasmus, que recupera cifras previas a la pandemia

Italia es el país que más estudiantes de la UGR han elegido para realizar sus estudios en el extranjero con esta beca, mientras que Reino Unido ya no está entre los destinos más escogidos

estudiantes Erasmus en Bari Foto remitida Alejandro Fernández
Estudiantes de Erasmus en Bari | Foto remitida por Alejandro Fernández
María José Ramírez
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El Covid-19 truncó el sueño de muchos jóvenes estudiantes universitarios que querían disfrutar de una beca Erasmus para continuar sus estudios en el extranjero, pero todo vuelve poco a poco a la normalidad y este curso ha aumentado la demanda de este programa, que ha recuperado las cifras previas a la pandemia, sobre todo en la movilidad intraeuropea. Este curso 2021-22, un total de 2.018 estudiantes de la UGR han solicitado la beca Erasmus de movilidad intraeuropea. Italia es el país que más alumnos han elegido para continuar sus estudios, 761 universitarios en total, según los datos facilitados a GranadaDigital por la Universidad de Granada. Francia es el segundo destino, con 207 estudiantes, mientras que Portugal es el tercero, con 188. Polonia, con 179, y Alemania, con 138, son los otros países en el top cinco de destinos elegidos por los estudiantes que se van de Erasmus. Reino Unido, que siempre era el primer o segundo destino más escogido, ha bajado las cifras considerablemente y este curso solamente 105 estudiantes se han marchado a una universidad de este país.

También hay otras becas Erasmus de dimensión internacional, que solamente han solicitado 38 estudiantes universitarios este curso. Por otro lado, con el programa propio de movilidad de la UGR, 117 alumnos se han marchado fuera de Europa para continuar con sus grados universitarios. Este programa “todavía no ha recuperado las cifras prepandemia y todo está un poco en el aire” y “la ejecución final dependerá de la reapertura o no de fronteras y de la facilidad que haya para viajar a esos destinos, bastantes de América Latina, que es el área prioritaria de este tipo de movilidad”, aseguran fuentes de la UGR.

Alejandro Fernández Aranda es un estudiante de cuarto curso del grado de Matemáticas en la Universidad de Granada que se ha marchado ‘de Erasmus’ a Bari, un pueblo del sur de Italia. Este estudiante jienense nunca había viajado fuera de España ni había tenido la oportunidad de disfrutar de un intercambio en su etapa en el instituto, por lo que “quería probar esa experiencia”. “Además, tenía ganas de conocer gente nueva, aprender nuevos idiomas y disfrutar de la famosa ‘vida Erasmus’”, comenta a GranadaDigital. Alejandro llegó a Bari en septiembre y allí llevan “una vida prácticamente sin Covid”. “Nos piden en casi todos los sitios que vamos el Green Pass, pero en la calle la gente va sin mascarilla y en muchos establecimientos nadie la lleva, ni los trabajadores”, asegura.

Las clases en la Universidad de Bari son de forma presencial o telemática, según cada estudiante elija. “En las aulas, por lo menos en Matemáticas, el aforo no es muy elevado por lo que no tenemos problema si queremos ir todos los estudiantes de forma presencial. En otras carreras, tienes que reservar tu asiento si quieres asistir de forma presencial”, cuenta Alejandro Fernández, que comparte su experiencia en clase con otros seis estudiantes españoles, entre ellos una granadina. “Me está aportando experiencias inolvidables, gente maravillosa que en muy poco tiempo se hace querer, viajes impresionantes a cualquier parte de Italia o fuera de ella. Al principio puede costar adaptarte a la gente, a las costumbres, a los nuevos amigos, pero poco a poco encontrarás tu sitio y no querrás que se acabe el año. Es una experiencia que todo el mundo debería vivir”, indica Alejandro.

Francisco Ramírez Mazuela, estudiante granadino del tercer curso de Lenguas Modernas y sus Literaturas en la UGR, también ha elegido Italia como destino de su Erasmus, concretamente Roma. “En mi caso, creo que es una muy buena opción para llevar una inmersión completa en un idioma. Además, es una experiencia única que pienso que todo estudiante debe llevar a cabo si quiere conocer otras culturas o países. La mayor parte de mis amigos en Granada iban a hacerlo y eso me llevó a interesarme más todavía”, cuenta. En Roma, Francisco Ramírez se ha encontrado un “ambiente relajado” que no ha visto en España desde que comenzó la pandemia. “La mascarilla solo se usa en sitios de interior y es mayor el número de personas que no la llevan por la calle. Sin embargo, una de las cosas que más he notado desde que llegué en septiembre es que el uso del Green Pass está mucho más extendido que en España. Por otro lado, cada local tiene gel hidroalcohólico y se tiene cuidado con la desinfección de mesas en restaurantes y sitios de ocio. En lo que respecta a botellones y fiestas, no se tiene mucho control y es cierto que no creo que muchos locales de este tipo sigan las normas impuestas a la perfección”, comenta.

Las clases en la Universidad de Roma son diferentes a las de la UGR en el grado de Lenguas Modernas y sus Literaturas. Francisco Ramírez cuenta que se ha encontrado con “una planificación totalmente diferente”. “La parte de aprendizaje del idioma es más completa. He pasado a tener más horas de estudio del idioma y me he centrado en todos los ámbitos: competencias auditivas, competencias comunicativas, gramática, etc”, explica. “Además, el sistema de asistencia a clase es diferente. Podría decirse que existe un sistema de semipresencialidad optativa. Si quieres asistir a clase presencial debes reservar tu sitio en el aula con antelación mediante una aplicación móvil. Existe un límite de asientos disponibles y se debe reservar mínimo 24 horas antes. De todas formas, cada aula está dotada de cámaras y micrófonos y todas las clases se retransmiten de forma online. El sistema está muy organizado y es bastante fácil acceder a todos los procedimientos. La reserva de asientos también se extiende entre las bibliotecas de las facultades, lo que complica la accesibilidad a estudiar en la biblioteca”, apunta este estudiante que en clase no tiene ningún compañero Erasmus ni español ni de otra nacionalidad, aunque sí hay en su universidad. “Cuando llegas a un país nuevo como Erasmus encontrarás que existe la asociación ESN, cuya función es poner en contacto a los Erasmus y darles la oportunidad de conocer la ciudad y hacer viajes por la zona”, comenta.

La experiencia Erasmus permite a Francisco Ramírez “ver el mundo con otros ojos”. “Desde que llegué he tenido que enfrentarme a situaciones que salían completamente de mi zona de confort y ello me ha llevado a madurar y tratar con los problemas de otra forma. Además, estoy conociendo una nueva cultura, un país y una ciudad que dejan a cualquiera boquiabierto. Por otro lado, mi nivel de italiano e inglés han mejorado enormemente”, apunta.

Francia es el segundo destino más elegido para realizar las becas Erasmus este curso y hasta allí se ha marchado Elena Martín Puertas, estudiante del grado de Educación Primaria, concretamente a Burdeos. “Estoy estudiando para ser maestra de francés y me parecía necesario vivir la experiencia para aprender el idioma”, asegura. En Francia “exigen el Certificado Covid para entrar en cualquier establecimiento, pero las mascarillas, prácticamente nadie las utiliza al aire libre o en los lugares donde ya no son obligatorias”, cuenta Elena Martín, que notó “un gran cambio” con respeto a España al llegar allí en el pasado mes de agosto.

Elena Martín junto a otros compañeros Erasmus en Burdeos | Foto remitida por Elena Martín

En la Universidad de Burdeos, las clases del grado de Educación Primaria “son bastante parecidas a las clases de la Universidad de Granada”. “El mayor cambio es el horario. También que en España damos clases teóricas y prácticas por separado, mientras que en Francia en una misma sesión de clase intentan incluir las dos partes”, señala esta estudiante, que comparte clase con otros cuatro españoles. Esta experiencia en Burdeos le permite “mejorar el idioma y conocer no solo la cultura francesa, sino también las culturas de los países de todos los jóvenes que hay de Erasmus”.

Hasta Oslo se ha marchado Alina Daiana Corpodean, estudiante de la UGR de cuarto de Pedagogía. “Me apasiona viajar y creo firmemente que salir de la zona de confort y arriesgarse es algo que puede enriquecer mucho tu vida con experiencias nuevas, así que tenía bastante claro, incluso antes de entrar a la carrera, que quería formar parte de este tipo de oportunidades. Además, mis padres siempre me han animado a participar”, asegura. En Noruega “prácticamente no existe el Covid-19 o, al menos, lo parece”, indica Alina. “Actualmente no hay ningún tipo de restricción, vivimos como antes de la pandemia. Cuando llegué a Noruega en agosto, se recomendaba el uso de mascarillas en transporte público y un aforo limitado en eventos. Ya no. Incluso la gente te mira raro por la calle si decides llevar la mascarilla. ¡Me pasó los primeros días que llegué!”, cuenta.

En la Universidad de Oslo no se usa mascarilla tampoco. “Además, desde el 25 de septiembre tampoco hay límite de personas por clase, pues fue la fecha en la que se quitó cualquier restricción del Covid. Yo estoy realizando un curso sobre Mitología y cuentos infantiles como metodología educativa de los países nórdicos, por lo que son clases muy dinámicas en su mayoría. Hemos dado clases dramáticas, de música, de artes plásticas, hemos hecho viajes a bosques para conocer más la naturaleza, excursiones a museos… Un procedimiento totalmente distinto a lo que he podido dar anteriormente. Todo esto se debe al modelo nórdico de educación, basado en metodologías activas”, apunta Alina, quien comparte clase con otros españoles. “En mi clase somos estudiantes internacionales el 95%, siendo en su mayoría españoles, 10 de 29”, comenta.

Para Alina, “conocer a gente tan distinta puede aportar diversión y enriquecimiento, en tanto que conoces otras tradiciones, creencias y formas de entender la vida”. A esta estudiante de la UGR le ha sorprendido “la sociedad educada” de Noruega y “la confianza en la bondad humana”. “He visto muchas bicicletas sin candado, he cogido muchos medios de transporte y todavía no me he cruzado con ningún revisor, he tenido muchos eventos en los que he participado de manera gratuita. Se puede acampar en cualquier sitio excepto en cultivos, incluido propiedad privada, si dejas al menos 150 metros desde tu tienda hasta la casa”, añade. Su experiencia Erasmus le está aportando “un aprendizaje significativo”. “La organización para irse fuera puede resultar estresante y la gestión del dinero en países tan caros como Noruega, también. Es por ello que es importante tener en cuenta el presupuesto del que dispones, ya que la beca va a ser proporcionada bastante tarde. Por otro lado, en países nórdicos, el idioma no es barrera, pues todo el mundo sabe hablar inglés. Por último, animo a cualquier persona que tenga la oportunidad de presentarse a este programa y experimentar de primera mano lo que es vivir y estudiar en el extranjero”, añade.

Carmen Rico Carrascosa, estudiante de Trabajo Social en la UGR, se encuentra en Amberes de Erasmus. Esta alumna granadina, desde que empezó la carrera, tenía claro que quería vivir esta experiencia. “Este año decidí por completo vivirla. Necesitaba un cambio de aires y salir de la monotonía, al igual que poder conocer gente nueva y mejorar el idioma, en mi caso el inglés”, comenta. Cuando Carmen llegó a Bélgica, no era obligatorio llevar mascarilla para entrar a tiendas o bares, pero en la última semana la situación “ha empeorado bastante”. “Están volviendo a ponerla obligatoria, al igual que siempre has necesitado tu certificado de vacunación para poder entrar a museos”, indica.

Carmen Rico con otros estudiantes Erasmus en Amberes | Foto: Remitida

En la Universidad de Amberes “las clases son de manera presencial y son muy poco teóricas”. “En la mayoría tenemos que hacer grupos aleatorios, para que no vayas siempre con los mismos o con personas que hablen tu lengua materna, y hacer presentaciones, juegos… En otras tenemos un gran proyecto, el cuál durará todo el semestre”, cuenta Carmen Rico, que comparte clase con otros españoles que están de Erasmus. Esta experiencia le está aportando “muchas cosas” como “habilidades sociales” y “enriquecimiento cultural”. “Al principio es difícil porque te sientes solo y sientes que no estás en tu lugar, después es de las mejores experiencias que puedes tener en tu vida”, añade Carmen.

En el curso anterior, el 2020-21, en plena pandemia del Covid-19, un total de 797 alumnos de la UGR solicitaron una beca Erasmus de movilidad intraeuropea, 29 de ellos fue en modalidad virtual, y 26 más hicieron sus prácticas en un país europeo. La Erasmus de dimensión internacional solamente fue solicitada por cuatro estudiantes universitarios el curso pasado, mientras que el programa propio de movilidad lo realizaron 109 alumnos, 14 de ellos en modalidad virtual. En otros programas de movilidad de la UGR participaron 183 alumnos más el curso anterior, 37 en movilidad virtual.

Los datos sí fueron superiores en el curso 2019-20, en el que a mitad se produjo la pandemia del coronavirus. En total, 1.917 estudiantes de la universidad granadina se marcharon ‘de Erasmus’ a un país europeo y 136 más para realizar prácticas, mientras que 20 lo hicieron fuera de Europa. Además, 213 estudiantes participaron en el programa propio de movilidad de la UGR y 83 en otros programas. A todos ellos les pilló la pandemia del Covid-19 en sus destinos y poco a poco regresaron a España para concluir su Erasmus en modalidad virtual desde casa.







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