Baños en San Nicolás, policías de barrio y un nuevo Pepri, entre las reivindicaciones vecinales en el Albaicín

Los residentes están hartos de la “peste” que hay en algunos callejones porque muchos turistas orinan y también de la inseguridad en algunas zonas

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Mirador de San Nicolás | Foto: Antonio L. Juárez
María José Ramírez
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Pasear por el Albaicín es una delicia para muchos granadinos y visitantes que disfrutan recorriendo sus callejuelas y descubriendo rincones singulares de un barrio que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994. Muchas personas transitan por él cada día. La mayoría son turistas que visitan uno de los lugares más destacados de la ciudad. El Mirador de San Nicolás es un punto neurálgico dentro del barrio; una de las zonas de visita obligada. Cerca de este emplazamiento hay callejones que desprenden malos olores porque algunas personas orinan en ellos al no encontrar un lugar público donde poder hacerlo. Por ello, los vecinos están hartos de la “peste” que hay en determinadas zonas y piden la instalación de baños para que puedan ser utilizados por los miles de turistas que visitan el barrio. “Es un problema que hay en San Nicolás y en todo el Albaicín. Como no se baldean las calles ni nada, al final, huele, y más en días en los que hay alguna fiesta como el Día de la Cruz, etc. Lo suyo sería poner baños públicos permanentes, aunque fuesen de pago”, indica a GranadaDigital el presidente de la Asociación de Vecinos del Albaicín, Antonio Jiménez.

Los dueños de los bares de la zona e incluso en el ambulatorio de San Nicolás están cansados de que los turistas utilicen sus instalaciones para entrar al servicio. “El vigilante jurado del ambulatorio de San Nicolás tiene que echar a los turistas que entran a hacer pis. Los bares se quejan de que tienen miles de euros de factura de agua. Harían falta varios baños en el Albaicín. Cuando se han pedido en la Junta Municipal de Distrito, el responsable de Urbanismo dice que no se puede poner un servicio cualquiera, pero no creo que le cueste en demasía al Ayuntamiento”, comenta el representante de los vecinos del Albaicín.

Esta no es la única reivindicación que los residentes en este barrio tienen. El tema de la inseguridad también les preocupa y por ello solicitan una vigilancia con policía de barrio, algo que el Ayuntamiento les prometió “hace ya tiempo”, según indica Antonio Jiménez, y de momento “no la cumple”. “Con policía de barrio se nos arreglarían muchos problemas. La vigilancia estaba anunciada, pero no se ha hecho nada por falta de medios”, añade.

Calle del barrio del Albaicín | Foto: Antonio L Juárez

 

Para los vecinos del Albaicín, lo que más urge también es contar con un nuevo Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri), ya que el que hay es del año 1990 y consideran que está “anticuado”. Y es que el contexto actual es muy distinto al de hace 30 años, cuando no había plazas hoteleras en un barrio en el que ahora hay más turistas que vecinos. “Muchas casas están ruinosas y las que se rehabilitan son para viviendas turísticas”, indica Antonio Jiménez, quien considera que se debería “limitar también su uso” para evitar “la masificación del turismo”.

La movilidad es “otro caballo de batalla” para los albaicineros. El presidente de la Asociación de Vecinos del Albaicín lamenta que el Ayuntamiento tome decisiones en materia de movilidad “sin tener en cuenta a los residentes”. “El paso por la Carrera del Darro y el follón que se monta en San Juan de los Reyes cada día es terrible, porque va gente que no tiene ni idea de circular por el barrio”, asegura. Así, considera que el tráfico debería “restringirse solo a los residentes” porque los turistas sí tienen permitido pasar por la Carrera del Darro para acceder a un hotel o a un apartamento y “son los que forman el follón porque no saben circular”. “Restringir uno de los ejes de entrada al barrio como es Carrera del Darro para los residentes es un fastidio, porque tenemos que dar la vuelta a toda Granada y entrar al barrio por la carretera de Murcia”, apunta Antonio Jiménez. Además, considera que los autobuses que llegan al Albaicín “deberían adaptar el horario a las necesidades de los vecinos” ya que “muchas veces van llenos de turistas y estos no pueden ni montarse".







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