Aquellos días soleados

Gran-vía
Foto: Archivo GD
Jose A. Lorente
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Estamos teniendo unos días de temperaturas y meteorología en general atípica para las fechas; de hecho, lo opuesto a lo que debería ser, lo cual está dañando la agricultura y una actividad muy importante en nuestra economía y turismo, como es el esquí en Sierra Nevada.

Sin embargo, y poco más se puede hacer por parte del ciudadano medio, he visto este fin de semana a mucha gente, a familias enteras, andando y paseando, disfrutando de lo que se denomina buen tiempo aunque como tal no sea bueno que se dé en enero.

Me ha recordado el último verso de Antonio Machado, poeta por mí idolatrado, escrito en un trozo de papel y que encontró su hermano José tras su muerte el 22 de febrero de 1939, en Colliure, pequeño pueblecito costero del sur francés a donde Machado se había exiliado.

Ese único y último verso decía: “Estos días azules y este sol de mi infancia...”

La infancia de Machado era también la de un patio y un limonero, la de la esperanza en la primavera que algunos brotes verdes traería al olmo hendido por el rayo y en su mitad podrido.

Aprovechemos el buen tiempo, pero seamos conscientes de que algo hemos hecho y estamos haciendo mal para que el cambio climático sea un hecho. Yo creo más bien en los grandes ciclos de la naturaleza, pero negar que los mismos, en el siglo XX y XXI no se ven afectados por la actividad descontrolada industrial tampoco tiene sentido.

Espero que aprendamos y consigamos -si es que estamos a tiempo- un mundo mejor para nuestros hijos y nietos.







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