El ADN determinará si el desaparecido en Moclín hace medio año estaba en su cortijo cuando ardió

Al ser una persona mayor que vivía sola y que no tenía vehículo, la investigación se centró en el lugar del incendio

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Dispositivo desplegado en la zona para buscar al desaparecido | Foto: EP
Europa Press
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La investigación sobre el escultor Manuel Caba, que, con 77 años, desapareció tras el incendio que asoló su cortijo en Moclín, en el Poniente de Granada, el pasado 6 de febrero, está a la espera de los resultados del análisis de ADN de los restos biológicos de origen humano que aparecieron entre los escombros de la parcela.

Después de que se diera por finalizado el dispositivo específico que se activó para el rastreo de más de 500 hectáreas en la zona, fue la Guardia Civil la que prosiguió la investigación, y ahora sigue pendiente del análisis de estos restos biológicos localizados en el lugar tras el siniestro, según ha conocido Europa Press en fuentes del instituto armado.

Las labores de búsqueda hizo especial hincapié en una radio de dos kilómetros y medio respecto al cortijo del artista, llegando a pasar reiteradas veces por algunas zonas, sin resultados. Más de 500 personas, incluyendo efectivos de servicios de emergencia, cuerpos policiales, vecinos y efectivos de Protección Civil de los pueblos de Moclín y de diferentes municipios del entorno de la comarca de Loja, llegaron a participar en los trabajos para dar con el paradero de Caba tras el incendio de su parcela, el llamado Cortijo de la Miseria, en el que tenía su taller de forja y su vivienda.

El que fuera una persona mayor que vivía sola, que no tenía vehículo y del que no se tuvo noticia desde el día del incendio hizo que se barajara la hipótesis de que pudo encontrarse en el cortijo cuando se produjo el fuego, por lo que en un primer momento la búsqueda se centró en la parcela, si bien luego se extendió a los alrededores y los caminos que solía frecuentar.

Aunque no se dio con su paradero sí se encontraron los citados restos biológicos, que fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Granada, según informaron fuentes de la investigación en su día. Allí se dilucidó que eran de procedencia humana, tras lo que fueron trasladados a los laboratorios de la Guardia Civil en Madrid para trabajar en su identificación definitiva mediante pruebas de ADN.







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