El 8M es un símbolo

La igualdad entre mujeres y hombres es justicia social y es más democracia

Manifestacion por el 8 M
Imagen de la manifestación del 8M celebrada en 2020 | Foto: Antonio L. Juárez
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El día 8 de Marzo no es un día de fiesta, es un día conmemorativo en el que el movimiento feminista internacional denuncia la situación de desigualdad en la que viven las mujeres en todo el mundo. La vigencia de nuestra lucha es indiscutible. La igualdad entre mujeres y hombres es justicia social y es más democracia.

La situación de desigualdad de las mujeres, a pesar de todos los avances logrados, es resistente a ser erradicada y se manifiesta en el acceso, la participación y la precariedad y promoción laboral, en la brecha salarial y digital , en la de las pensiones, en el reparto del trabajo doméstico y de cuidados, en la disponibilidad de tiempo, en la menor presencia de alumnas en estudios del ámbito de las ciencias y la tecnología, en la representación desigual en los órganos de decisión y poder político, judicial o económico, en la participación social, deportiva y cultural, en el predominio de problemas de salud mental, en la creciente feminización de la pobreza y sus graves consecuencias, en la mayor dificultad de acceso a los recursos básicos para vivir -vivienda, alimentación, luz o calefacción- y en la mayor vulnerabilidad frente a la explotación y la violencia machista que es la manifestación más canalla de la desigualdad entre mujeres y hombres. Además, las mujeres y las niñas, sufren múltiples formas de discriminación, entre otras, discriminación por razón de origen étnico o racial, por discapacidad, religión, u orientación sexual e identidad de género.

El avance de la igualdad es lento, según el Instituto Europeo para la igualdad de Género, en datos publicados en octubre de 2020, el índice de igualdad de género avanza muy despacio, sólo un 4,1 puntos en una década, 0,5 desde 2017, la previsión del organismo europeo es que tardaremos en torno a 60 años en alcanzar la igualdad, y además, no cabe duda de que la crisis consecuencia de la COVID-19 va a suponer un grave retroceso. La pandemia ha puesto en evidencia la importancia de los cuidados cuyos que de forma invisible realizan mayoritariamente las mujeres, y de ellas especialmente las que además están en peores condiciones por diversas razones (pobreza, migración, etc).

Las mujeres están siendo protagonistas de la lucha contra la COVID-19 como trabajadoras de la salud, cuidadoras, innovadoras y organizadoras comunitarias. Igualmente los medios de comunicación nos han mostrado que se encuentran entre las y los líderes nacionales más ejemplares y eficaces en la lucha contra la pandemia. “La crisis, en definitiva, ha puesto de relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres como las cargas desproporcionadas que soportan” (Declaración Institucional del Gobierno de España con motivo del 8 de Marzo de 2021).

La alambicada relación entre el patriarcado y el neocapitalismo opera en contra de la autonomía económica de las mujeres a través de su acceso al mercado laboral, tal como viene denunciando el feminismo, a lo que hay que añadir que el peso de los cuidados lo soportan las mujeres y el escaso reparto de los mismos debido a la falta de impulso a la corresponsabilidad de los hombres, de las empresas y del estado en esas tareas tan importantes para sustentar la vida. Las mujeres como consecuencia de ello vemos mermadas nuestras economías y nos encontramos sobrecargadas asumiendo responsabilidades que en modo alguno son exclusivamente nuestras.

Nuestro país, gracias a la lucha feminista, ha conseguido ser un referente en el impulso a las políticas de igualdad tanto en la acción institucional, como en el desarrollo de legislación y en la implementación de políticas públicas. Ahora más que nunca son necesarias el desarrollo de esas políticas para intervenir en las causas de la desigualdad que no es otra cosa que cambiar el modelo social que sustenta el reparto desigual de los trabajos, de los tiempos, del poder, de la consideración personal y social. Es el momento de incorporar a las mujeres en condiciones de igualdad al cambio necesario en el modelo productivo que tenga en cuenta la conservación del planeta con la aportación de la ciencia, la investigación y la innovación, reconociendo su contribución y liderazgo.

Según se recoge en la Declaración Institucional arriba citada, España apoya en Europa todas las políticas en materia de igualdad de género y lo hace igualmente en el ámbito de ONU y en toda la política exterior, recientemente el Gobierno de España ha reiterado estos compromisos alineados en el plano internacional con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y con la Estrategia Europea de Igualdad de Género 2020-2025, y contenidos en el Acuerdo del Programa de Gobierno de España para la XIV Legislatura y en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia 2021-2024.

Como se ve, una ardua tarea la que queda por hacer, pero el debate ahora está centrado en si debemos salir a manifestarnos el día 8 a las calles de nuestros pueblos y ciudades. El 8 de Marzo es un símbolo en la lucha feminista, un día para hacer balance de los logros y de lo que queda por alcanzar. Que no nos despisten, no nos dejemos distraer, lo que importa es la agenda y la agenda la trabajamos todos los días. Creo que quienes ven una amenaza en las manifestaciones del 8 de marzo desvelan su temor al feminismo y a sus reivindicaciones. No vamos a permitir ni que nos tutelen ni que minusvaloren una lucha de más de tres siglos que tanta civilización ha aportado a la sociedad. Por lo demás cada cúal debe responsablemente decidir si acude o no a las manifestaciones, las mujeres haremos, ajenas a manipulaciones interesadas, lo que a cada una nos dé la gana, en el ejercicio pleno del “señorío de si”, aquello que decía María Lejárraga…







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