Un Granada víctima del miedo

El conjunto nazarí volvió a decepcionar en una jornada que se antojaba clave para meterse de lleno en la lucha por la salvación. La posibilidad de perder se impuso al objetivo de ganar. Y el sábado, al Camp Nou

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Andreas Pereira se lamenta durante el partido ante el Sporting | Foto: Antonio L. Juárez
Daniel Sánchez-Garrido | @Danisgr
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No era una jornada cualquiera. Tras encajar una goleada por 7-1 en el Calderón, el Granada necesitaba ganar por encima de todas las cosas. Pero también aspiraba a convencer a su afición, a darle una alegría y que se fuera contenta. El sábado prometía dejar buen sabor de boca, pero no fue así.

Los nazaríes volvieron a fallar, diagnosticando desesperación en cada aficionado rojiblanco horizontal. El equipo ha entrado en un bucle que se repite todos los fines de semana. El paso de las jornadas no ayuda a mejorar y cada jornada es un suplicio para los rojiblancos que se ven incapaces de conseguir su primera victoria de la temporada tras nueve partidos disputados.

Ante el Sporting, Alcaraz dibujó el sistema que tanto le gusta. Un 4-4-2 con más fuerza que creación y más trabajo que espectáculo. Angban y Uche, en el centro. Cuenca y Andreas, a las bandas. Ponce y Kravets, en punta. Y en la grada un recado para los jugadores de mayor talento de la plantilla: Boga y Carcela. El técnico granadino ya lo ha avisado: lo individual pasa a un segundo plano. Prácticamente ni se tiene en cuenta y en un equipo que no ha ganado aún, nadie es indiscutible.

El nuevo experimento no salió mal. El problema es que tampoco salió bien. Angban cumplió como viene acostumbrando en los partidos que ha jugado y crece a cada minuto que pasa. Por su parte, Uche Agbo tampoco desentonó en una función más de centrocampista de creación, secundado por uno puramente defensivo. Isaac Cuenca volvió a ser de los más destacados, sobre todo en la primera mitad. Otro que también se mostró entonado y concienciado para la causa fue Kravets. El ucraniano se sacrificó por el equipo, cayó a banda cuando fue necesario y creó peligro en la defensa rival.

La cruz fue para Andreas Pereira y Ezequiel Ponce. El primero está ganando enteros para que lo tachen de ‘chupón’. Tiene personalidad sobre el campo, pero magrea el balón más de lo debido, pausando el juego, excediéndose en cada toque. Por su parte, Ponce es un claro síntoma de 'bajonazo' por tristeza, causado también por el estad de forma del equipo. No llega a portería y si tiene alguna oportunidad, no acierta ni con un remate que haga trabajar al guardameta contrario.

MEJORÍA EN DEFENSA Y PUERTA A CERO

Dejando atrás los números y la clasificación, que deprimen, el partido ante el Sporting dejó una buena noticia. Ochoa no recibió goles y fue clave con dos buenas paradas en sendos mano a mano, y en añadido tuvo esa ‘pizca’ de suerte en la última jugada que fallaron entre Viguera y Cop. 

Por su parte, la defensa completó un partido notable. Tito y Gabriel Silva cumplieron. Lombán recuperó la solidez de antaño. Sin complicaciones pero eficaz. Y Vezo fue de los mejores, con anticipación y velocidad al corte. Además, tuvo la mejor oportunidad del Granada, pero su cabezazo fue repelido por un gigante Cuéllar.

El reestreno de Lucas Alcaraz en Los Cármenes terminó con un sabor agridulce. Con la sensación de que incluso se podía haber perdido más que ganado. Era un partido ante un rival directo, que podía derivar la balanza hacia el lado nazarí y llenar el tanque (anímico) de gasolina.

Pero no. Evidencia la inexistencia de respuesta ni mecanismos para superar esta delicada situación a los jugadores. No saben que hacer ya. Lo que tenía que ser el primer triunfo de la temporada se convirtió en un juego peligroso, a lo ‘ruleta rusa’. La derrota estaba por encima de la victoria. Había más temor por perder que ambición por ganar. El miedo se hizo dueño de Los Cármenes y del equipo. Ahora es la situación en la clasificación la que mete miedo. Y el sábado, el Camp Nou.







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