Un gobierno, por favor

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Foto: Archivo
Pedro Vaquero | @pvaqdp
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Seguimos sin gobierno definitivo, y seguiremos así al menos dos meses más, si los partidos que tienen la posibilidad de encauzar la situación no lo remedian.

Las alternativas son cuatro: a) Un gobierno de mayoría configurado por PP, PSOE y Ciudadanos, que es lo que más le gustaría a la UE y a los poderes fácticos (banca, multinacionales, FMI y los que se reúnen en Davos); b) Un gobierno de minoría compuesto por PP y Ciudadanos, consentido por la abstención del PSOE en la investidura, apoyado en las decisiones sobre la austeridad y la reforma constitucional que remueva pocas cosas, y mantenga inamovible la unidad de España; c) Un gobierno “de izquierdas” compuesto por PSOE, Podemos, apoyado por IU, PNV y la abstención de ERC y Convergencia; d) Nueva convocatoria electoral.

La a) es inviable porque sería la muerte política de Pedro Sánchez y el preanuncio de un nuevo descalabro del PSOE en el futuro a medio y largo plazo; y porque Ciudadanos tampoco va a entrar en un gobierno con el PP en solitario, sin el PSOE, ya que sería un serio revés para la imagen centrista que alimenta Ciudadanos. Y menos con la corrupción del PP de Valencia (y de todo el PP) de por medio.

Sólo una fortísima presión de la UE y la banca, etc, pueden hacer viable la solución b), incluso con la variante del apoyo de Ciudadanos sin entrar en el gobierno y la abstención del PSOE por “responsabilidad institucional” y mediante el intercambio del compromiso del nuevo presidente (Mariano Rajoy u otro del PP) de adoptar algunas medidas de carácter social. Los barones del PSOE presionan desde dentro del PSOE para que Pedro Sánchez abdique a favor de Susana Díaz, bien a corto plazo (próximo congreso), bien a medio plazo, cuando vaya desinflándose un Pedro Sánchez en la “oposición constructiva”, prisionero de la contradicción de su apoyo externo al gobierno del PP.

Respecto de la eventual composición de un “gobierno de izquierdas” hay que preguntarse en una doble vertiente: ¿es posible? y ¿es deseable?
Sobre la posibilidad de un “gobierno de izquierdas” en España creo que depende de que Podemos claudique sobre sus pretensiones tanto de que el PSOE acceda a que en el gobierno entre alguien de IU (y menos a administrar la Economía un Alberto Garzón que sería para la UE una nueva versión de Varoufakis), y a que haya un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Si no hubiera una fuerza negativista interna en el PSOE –los barones y sobre todo el poder y las ambiciones de la baronesa- ambas discrepancias serían salvables, pues es muy posible que IU pudiera mantenerse fuera del gobierno, en una actitud constructiva pero crítica con respecto al mantenimiento de las políticas de austeridad (que seguirán teniendo que ser practicadas por el próximo gobierno, sea el que fuere, pues la UE y el FMI chantajearán a España lo mismo que a la Grecia de Syrida); y que se pudiera pactar una ley de referéndums para el derecho a decidir que no implicase aritméticamente a priori la secesión de Catalunya respecto del Estado español. Susana Díaz y sus aliados se encargarán de inviabilizar un gobierno de izquierda. Susana tiene el antecedente del pasado gobierno andaluz de progreso del PSOE-A e IULV-CA, que hizo inviable con el adelanto electoral.

Pero incluso si Susana Díaz le deja algo de margen a Pedro Sánchez, en estas condiciones, ¿sería deseable un “gobierno de izquierdas” de estas características? No sería de izquierdas del todo, pues sus políticas deberían plegarse a las exigencias de los poderes fácticos. En condiciones de una ausencia de masa crítica de ciudadanos y ciudadanas, sindicatos y organizaciones sociales progresistas movilizadas, en presencia de un 15-M hipotecado por las expectativas regeneradoras paralizantes que Podemos ha personificado, no es posible vencer la audacia descarada de los poderes fácticos.

Pero aunque el pacto PSOE-Podemos no generara –a mi juicio- un gobierno de verdad de izquierdas, al menos elude dos posibilidades peores: la repetición de elecciones, y que vuelva a gobernar el PP.

La política espectáculo genera ciudadanos espectadores. La pregunta típicamente periodística ¿quién será el próximo gobierno? es el sucedáneo a la actitud movilizadora que debería caracterizar un momento de presunto cambio y regeneración. No interesa tanto ¿quién? sino qué y para quiénes. El quién llegará, tarde o temprano.







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