Send in the clown

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Una imagen de un aficionado en el Nou Camp | Fuente: Pexels
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Se fue. Como la ola separa un charco. Nunca sabrás si va o viene. Lo que siempre estará en cambio es el péndulo. El de la historia. El que, aunque tarde más en balancearse, siempre va. Siempre vuelve. Una niña en el columpio.

Como el domingo sentí más que nunca que lo hacía. Digo lo de volver el péndulo…

Aún no sé cuándo contar a Dani lo que anteayer sucedió. Todas las imágenes recorrieron mi mente: Carrillo con su cigarro; Felipe González y una chaqueta marrón de pana gorda; Suárez charlando con Abril Martorell... Caras circunspectas de quienes sacaron este país a flote, quienes defendieron lo que el domingo denostaron… Vamos, los fachas del 78…

Es curioso: así les llaman hoy. Porque quienes creyeron en aquella Constitución, quienes creyeron en ese Estado, a quienes debemos la España que el domingo destrozamos, fueron ellos. Paradoja: hoy toca defender esa España a muchos que entonces dudaban de su contenido, de sus libertades, de su propuesta de crecer en paz y tranquilidad como hasta ahora hicimos.

Dani… ¿Cómo contar que el domingo sentí hacerse trizas cuarenta años de mi vida? ¿Cómo contar que ya no puedo entregarte el país de Machado, la libertad de Miguel Hernández? ¿Cómo contar lo que añoro recuperar para hoy el gran día de Serrat? ¿O explicarte que el año 2000 de Miguel Ríos, sólo trajo una amarga sensación de caer en manos de quienes pretenden un paisaje de odio, rencor y enfrentamiento?
Siempre dudé si a nuestros hijos les llegaría algo de la ilusión con la que compartí este mundo y con la que viví estos cincuenta años. Tuve miedo entonces. Tengo miedo ahora. Y el miedo que corrompe el alma nunca es buen consejero. No hay nada peor que la hipocresía, que el temor a que te descubran defendiendo algo y luego puedan decir que estabas equivocado, el temor a mojarse… Jugando a la verdad, descubrimos que lo que importa no es ésta, sino permanecer incólume en el pedestal… Qué más da… Somos muchos y nadie te va a echar en falta….

Dani preguntó ayer quién era más grande, si Cataluña o el Nou Camp. Iba a contestar lo evidente, cuando me di cuenta que no lo era tanto… Y pensé en la maniobra orquestada del domingo, en la premeditada imagen de unos policías haciendo lo que exigía el estado de derecho, mientras otros, los de la fila para votar, los que sabían de las consecuencias de su actuar ilegal bajo tres o cuatro papeletas (nadie sabrá nunca cuántas depositaron) hoy llaman violencia a aquello y maquillan de rojo su cara y sus vergüenzas. Triste. Como el Cam Nou, vacío a última hora. ¿A última hora? ¿Alguien piensa que esa no era otra imagen tan perfectamente calculada como la de una supuesta violencia? El cinismo de su pírrica victoria…

Claro que Dani no entiende nada de eso. Ni sé por qué, con la que está cayendo, sigo conversando con Dani. Es más, Dani no existe. Sólo existen unos hijos y un futuro incierto en una sociedad hipócrita y cainita, que no sabe de convivencia ni respeto. La historia los recordará sin duda como lo que son. Send in the clown. Mandad a los payasos. Siempre me gustará esta canción. Buen día para escucharla. Hoy más, cuando Piqué y su nariz roja se convierte en el mejor maquillador del desafío independentista; o cuando Xavi, el Puigdemont del Camp Nou, el que tras una cortina blanca juega a manejar con su pelota la imagen y cordura del gobierno catalán. Los dioses de la cancha. Y habrá quienes por sus regates les rindan pleitesía también en su hacer político. La nueva democracia que nos espera.

Send in the clown. Mandad a los payasos. Preciosa canción, Dani, preciosa canción…







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