Rosendo: agradecido por su tiempo, señoría | Galería

Cerca de cuatro mil personas acuden al Palacio de Deportes de Granada al concierto de despedida del músico de Carabanchel, ya convertido en leyenda del rock español

Concierto de Rosendo en su gira de despedida
Rosendo durante su concierto de anoche en Granada | Foto: Antonio L. Juárez
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Su tiempo señorías… no ha acabado. Porque, decida lo que decida para su futuro, Rosendo Mercado (1954) ya ha hecho historia en la música española, y su legado para las presentes y futuras generaciones quedará imperecedero. No solo se convirtió en leyenda en el rock con la mítica banda Leño (a la que llegó tras su paso por Ñu), sino que después, en solitario, se ha mantenido siempre alejado de tendencias y modas pasajeras, y a lo largo de 45 años en el mundo de la música, ha sido fiel a su estilo, insobornable en los malos y en los buenos momentos. Su manera de vivir.

Lo dejó claro en su manual de estilo, en un certificado de intenciones en forma de canción que publicó en el 'Corre, corre': "Estáis perdiendo el tiempo al intentar que cause vuestra imagen sensación, estáis equivocando al personal, y no se vende el rock and roll". Y a esa 'promesa', realizada en 1982, ha sido fiel hasta el último día. Anoche se presentó en el Palacio de Deportes de Granada con algunos efectos y una pantalla gigante de vídeo, pero sin grandes estridencias ni parafernalias que despistan al personal, porque su puesta en escena es solo el rock and roll puro, el saber tocar, el saber estar con tres instrumentos: guitarra, bajo y batería. Como lo ha hecho en toda su carrera.   

Decir adiós a un personaje así, tan carismático e influyente, es imposible. Pero, al menos, estar presentes en su última aparición en Granada es un privilegio para los que aman el rock. Y cuatro mil granadinos quisieron hacerlo para rendir tributo a la honestidad profesional de quien ha sido santo y seña de una gran época de la música en España.

Como no podía ser de otra forma, Rosendo tocó, junto a Rafa J. Vega en el bajo y Mariano Moreno en la batería, lo mejor de su repertorio en su dos horas sobre el escenario, en las que lo dio todo lo que ya puede dar e hizo un repaso a temas de su carrera, tanto con Leño como en solitario, incluidas algunas canciones de su último trabajo, 'De escalde y trinchera'.

Sacó a relucir algunas de su primera etapa en solitario, que son imprescindibles en sus conciertos, intercalándolas con otras, más recientes, que toca con maestría y son seña de identidad, su ADN musical, al que no renuncia.

Fueron muchas. Abrió el recital con 'Aguanta el tipo' , y siguió con 'Por meter entre mis cosas la nariz', 'Cada día', 'Muela muela', 'Cosita', 'El ganador' y 'Deja que les diga que no' hasta alcanzar el sentido homenaje a Antonio Flores, en esa magnífica versión de 'No dudaría' que se incluyó en el disco de recuerdo al desaparecido artista en 'Cosas tuyas' en 2002.

Después, 'Cuando', Cúrame de espantos', 'No son gigantes', 'Mala vida', '¡Y dale!', 'Soy' y 'Amaina tempestad' hasta empezar a subir el ambiente con canciones más conocidos como 'Vergüenza torera' y una excepcional interpretación de 'El tren ', el primer tema de Leño en la noche, lo que enardeció al personal. In crescendo entonces, tras la versión dedicada al LSD, llegó el turno de 'Flojos de pantalón'. Si hay un tema que sobrepasará fronteras y superará las barreras del tiempo será, sin duda, ese. Los habituales solos del de Carabanchel en sus composiciones alcanza un punto sublime aquí.

Los más conocidos 'Masculino singular', 'Pan de Higo' y 'Navegando' pusieron un hipotético fin al concierto, ya a la espera de los bises, que fueron dos. El primero, con sus tres temas más populares: 'Agradecido', 'Loco por incordiar' y 'Manera de vivir', todos coreados por un personal entregado a la causa de hacer sentir a Rosendo que se le respeta y se le quiere. Y el segundo bis fue para dejar constancia de que hay un 'Leño pa'siempre' con '¡Qué desilusión!', que ya dejó satisfecho al público.   

Dice Rosendo que se marcha. Veremos si es una larga pausa o una decisión permanente. Se ha ganado a pulso y púa, después de 45 años con la Fender Stratocaster a cuestas, el derecho a hacer lo que le dé la gana. Empezó a contrarreloj la carrera de sobrevivir. Recorrió, sin abandonar, el mapa de la decepción. Acertó, sin avasallar, a poner en marcha su reloj. Y consiguió, sin degenerar, que su vida sea el rock and roll. Mientras tanto, señoría, nosotros prometemos estarle agradecidos por su tiempo. Y por haber incordiado en nuestras mentes.  

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