Renta básica y aquella reforma del Estatuto

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Imagen de la acampada de matrimonio de Las Gabias | Foto: ArchivoGD
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Dos personas en huelga de hambre en demanda de una renta básica que entienden como única solución digna contra la pobreza. Uno, en Málaga; el otro, en Granada. Más de un mes ya en su honorable protesta que no fundamentan en sus convicciones personales sino en un artículo del reformado Estatuto de Autonomía de Andalucía. Es decir, una ley orgánica del Estado, que así la reconoce en su artículo 23.2.

Un derecho, por tanto que invocan estos dos luchadores no para ellos sino para el común de las personas que han salido golpeadas por la crisis y han quedado fuera de esos grandes números de la recuperación que pregona el Gobierno pero cuyos beneficiarios están muy alejados de la calle y sus problemas cotidianos. Por referir un ejemplo cercano: ese matrimonio de Las Gabias al que el banco le exige ¡el doble! de lo que vale la casa para poder seguir ¡en su casa! Una familia trabajadora a la que otros afectados por la crisis no pagaron sus deudas y esa cadena de impagos tropezó con quien tiene la sartén por el mango y el mango también. En fin.

Pero más que a la tragedia en sí de tantas familias golpeadas por la crisis, el hecho en sí de estas dos personas que al unísono llaman a la conciencia de la Junta me evoca los tiempos aquellos de la reforma del Estatuto, que nadie pedía, que nadie necesitaba, que nadie sabe todavía, diez años después qué beneficios aportaba. Aquel brindis al sol contenía entre su articulado precisamente esta cuestión: la instauración en Andalucía de una renta básica. Se trata del epítome de lo que representa este entramado autonómico andaluz en el que sobre el papel todo es innovador, pionero y único entre los gobiernos y legislaciones del mundo mundial. Otra cosa es llevarlo a la práctica.

Y aquí tenemos un nuevo caso: lo bonito y vanguardista que queda introducir esta renta básica y olvidarse después, no desarrollar el enunciado y mirar para otro lado, confiando en que nadie se va a acordar de la cuestión. Con el riesgo de que tiempo después aparezcan 'pelmazos' como estos dos (estarán pensando en la Junta), pero basta con aguantar, dejar pasar los días, ya se cansarán... Y a seguir en 'batallitas' como aquella misma de la reforma del Estatuto. Votó la tercera parte del censo, como prueba del desinterés que la cosa suscitaba en el pueblo llano, pero sí que sirvió de coartada para el que al unísono arrancaba en Cataluña Pasqual Maragall (por cierto: de aquellos polvos, estos lodos), y al ser aprobado en referéndum el nuevo Estatuto se convirtió en una ley orgánica del Estado. Está vigente y obliga solo en el territorio de la región andaluza y es por eso por lo que los dos huelguistas se han plantado en Andalucía, donde la inclusión de una renta mínima de inserción social en los presupuestos autonómicos es insuficiente y resulta tan solo un 'edulcorante' de la verdadera renta básica que el Gobierno andaluz debería haber desarrollado e implantado.

Esta huelga de hambre reivindicativa nos ha servido, así, para evocar aquella infructuosa, artificiosa y absurda reforma del Estatuto que, entre otras cosas, contemplaba también el aumento del número de diputados de los 109 actuales hasta los 150. Afortunadamente, la inacción ha hecho que se olvide esta ampliación. ¡Lo único que faltaba! ¡De los actuales sobran más de cien y pretenden incrementarlos...!







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