Pues sí, el AVE vendrá en junio

Ave en pruebas Antequera
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Estamos a 28, que viene tres días después del 25, que vino un día después del 24, aquella ‘pentacolumnada’ fecha con la que Fomento trató de contrarrestar una verdad revelada: que el AVE no estará en Granada hasta junio de 2019, como avanzó en su día ‘Granada Hoy’. Es decir, después de las elecciones. Una verdad revelada que este pasado martes, día 25, se vio confirmada por el propio ministro de la cosa, José Luis Ábalos a la sazón, que giró por fin a Granada una visita tantas veces pospuesta que su anuncio se remonta a los tiempos del Gobierno anterior.

Con el anuncio-confirmación del ministro queda algo más en evidencia aquella ‘pentacolumnada’ noticia: ‘La cuenta atrás para el AVE de Granada echa a andar el 24 de septiembre’ (o algo así), con la que el filtrado paseábase la tarde del ‘scoop’ creyendo en su ensoñación que desmentía lo que ahora confirma Ábalos. Sorprende que tan importante y hueca primicia -que moría en el titular por más que se masticase el chicle- no fuese recordada cuando el avanzar de las hojas del calendario nos trajeron al anunciado 24 de septiembre en que ha comenzado una cuenta atrás para algo que a todos tranquilizó: que este periodo de pruebas tiene como objeto evitar que los trenes circulen por la misma vía y, de paso, que choquen. (A veces, no citar la fuente tiene una función piadosa, no sea que nos recuerden el día también ‘pentacolumnado’ en que apareció Lorca…)

El caso es que la confirmación de que habrá que esperar a junio para ver al AVE entrando en la estación de Andaluces es la primera verdad que escuchamos desde el malvado día de abril en que, allá por 2015, se interrumpió el servicio para un periodo provisional de cuatro meses que ahora se sabe que superará los cuatro años. La prolongada desconexión no es obra ni responsabilidad del actual ministro pero sí que ilustra sobre lo que tiempo ha nos preguntábamos en esta recóndita columna, a saber: en qué autoescuela se forman los conductores del tren, que necesitan más de un año de clases para obtener el carné. Cuando, además, hemos sabido ahora por ‘Ideal’ que ese periodo de pruebas duplica el tiempo que se necesitó en Castellón en similar trance.

En todo este tiempo que falta hasta junio vamos a tener tiempo para ir analizando elementos secundarios de esta historia. Como, por ejemplo, ese ‘mamotreto’ infame que corona la nueva estación, una terminal de viajeros que al situarla en el extremo de las vías ha tapado -quizá, para siempre- una perspectiva de la Granada antigua que cautivó a los viajeros románticos del siglo XIX, entonces visible desde cualquier punto de la Vega, que ahora solo era posible contemplar desde la explanada de la estación de trenes, a partir de que el crecimiento de la ciudad fuese devorando los campos cercanos con las construcciones de la Redonda y el Zaidín. La nueva terminal, diseñada en función de la imagen corporativa que Adif da a sus estaciones, oculta el último resquicio de aquella perspectiva sin ninguna misericordia para la imagen universal de una ciudad mundialmente reconocida. Todo un contrasentido: hemos suspirado durante años por la reconexión ferroviaria como elemento que contribuya a la llegada de visitantes y ahora que estamos en la recta final descubrimos que nos han tapado la mejor postal de presentación de la ciudad con la que recibir a los viajeros. Los gestores de Adif, en todo caso, han debido pensar que si los propios granadinos nos hemos dedicado durante años a ir eliminando esa panorámica, ¿por qué ahorrarse ellos la tarea de rematar la faena?

P.D. Decíamos hace una semana que el metro -que ese día cumplía su primer año de servicio- había cubierto expectativas. Escribíamos unas horas antes de que el consejero de Fomento presentase las cifras oficiales y entonando el ‘mea culpa’ al habernos contado entre los escépticos de la funcionalidad del tranvía. En el año transcurrido la Junta emitió comunicados que empujaban a calificar como un “éxito” el servicio. Éxito… pero menos: un desvío de casi el 15 por ciento en el cálculo de pasajeros previstos y bastantes menos de los coches que -se dijo- eliminaría de la Circunvalación.)







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