Oier, a ver si lo cambias Abel

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Oier ante el Elche
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“Es como Zubizarreta por su físico, pero diferente a Andoni para jugar en el fútbol de hoy. Además, no transmite nerviosismo y le gusta ser autoritario”, Juan Carlos Unzué dixit. El hoy mano derecha de Luis Enrique fue el principal culpable de que el actual portero titular del Granada Oier Olazábal llegara a la Masía en el verano de 2007. En su metro noventa de altura y en sus noventa kilos de peso se proyectaba el futuro Víctor Valdés de la entidad azulgrana. Casualmente, el destino quiso que el pasado verano, siete años después de haber recomendado su contratación, el señor Unzué llegara como segundo entrenador al Barcelona y tuviera que decirle al guardameta vasco que se buscara las de Villadiego. Claudio Bravo, Ter Stegen y Masip serían los tres guardametas de la primera plantilla. El fútbol, siempre veleidoso.

Con la puerta de salida abierta de par en par, Oier acabó en el Granada, en ese pandemónium de proyecto deportivo que es el conjunto nazarí. Comenzó de suplente de Roberto, pero las lesiones del gallego y el mal momento del equipo le llevaron a la titularidad justo antes de comerse el turrón, y ahí sigue tres meses después. A pesar de la marcha de Caparrós y la llegada de Abel, el exazulgrana se ha mantenido en el once, pero la broma ya empieza a ser muy pesada.

No le niego virtudes a Oier. Alguna tiene. Sin duda, es cierto que no se inquieta fácilmente, como decía Unzué, pero no creo que tenga las cualidades necesarias para competir en la élite. Su gravísimo error ante el Levante y sus manos de mantequilla ante el Rayo han privado al Granada de puntos vitales que quizás cuesten el descenso. Por supuesto que él no será el culpable si el conjunto nazarí acaba finalmente yéndose a Segunda, pero estando como está el equipo, lo mínimo es que los once que salgan al campo sumen, por poco que sea, pero que sumen. Oier no es que no sume, sino que resta, y bastante. Abel, aún estás a tiempo de cambiarlo. Va en tu sueldo.







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