Los últimos coletazos del Hotel San Antón

El emblemático establecimiento se une a otros históricos de la ciudad como el Cine Goya o el Café Suizo, cronistas de su ciudad y patrimonio de su memoria

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El Hotel San Antón el día después del puente de la Constitución, con un 95% de ocupación.
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Un anciano, una joven pareja y un niño miran al pasar la fachada del hotel con resignación, sorpresa y curiosidad, respectivamente. Hay pancartas reivindicativas, sábanas, acaso del hotel, manuscritas que atestiguan lucha artesana, resistencia de trinchera, gente que gritó cuanto tuvo para impedir lo inevitable, la contundencia de los números, que no salen y provocan el cierre, o eso aseguran los últimos dueños de un histórico del paisaje urbano granadino, el Hotel San Antón.

Las cristaleras que, literalmente, ayer se abrían de par de par despidiendo a los muchos visitantes que han anegado Granada este puente, hoy amanecían blancas, pintura blanca aplicada a brochazos groseros y apresurados para negar la imagen del interior al transeúnte pero, ¿qué imagen?.

Sergio era –aún hoy es- trabajador del economato del Hotel San Antón para “abastecimiento de bebidas, comida, productos de limpieza, absolutamente todo para que funcione el hotel. He hecho inventario, he hecho lo que me ha mandado mi jefe, aunque no me pague, pero por orgullo propio y profesional pues inventario y ya está, adiós.”

Sergio no es el único: personal de mantenimiento o camareras de habitaciones limpian hoy estancias y ordenan habitaciones que durante los pasados tres días – y durante los muchos años que ha permanecido abierto- dieron cobijo a los muchos turistas que se acostaron con las retinas impresas de postales granadinas.

Según Sergio, con 10 años y medio de orgullo profesional en este hotel a sus espaldas, “el hotel desde el sábado al mediodía ha estado lleno, al 95% […] nos echan a la calle sin indemnización, nos dan la carta de despido, reconocen deuda pero denúnciame y que te pague el fogasa. Se declaran insolventes, cuando hemos tenido una ocupación media del 75%”.

El testimonio de este trabajador afectado, uno de los cincuenta despedidos de un establecimiento rentable, está salpicado de sustantivos como estafa o indignación ya que el cierre se ha producido “según ellos por incumplimiento de objetivos, ellos se habrían marcado unos objetivos muy altos que no han cumplido, esa es la excusa que ponen”. Indignados pero no sin dignidad, ya que continuarán peleando “todo lo que podamos, sigue constituido el comité de empresa, el enlace sindical también y lucharemos hasta el final”, ha concluido.







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