Los mundos de Coraline

Puede que tu vida no sea perfecta, pero hay algo que debes recordar: siempre puede ir a peor

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Cineptos Zinescrúpulos | @cineptos
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Puede que tu vida no sea perfecta, pero hay algo que debes recordar: siempre puede ir a peor. Así es que, querida niña, acepta a tu madre tal y como es y agradece la familia que tienes. Si alguien te ofrece algo mejor, lo más probable es que quiera engañarte.

Ésta podría ser poco más o menos la moraleja de “Los mundos de Coraline”, una película de 2009 que es algo así como una revisión oscura y pesimista de “Alicia en el país de las maravillas”, aunque también me recuerda al cuento de “Hansel y Gretel”. El argumento es parecido; criaturas inocentes y muertas de asco son atraídas con engaños hasta la guarida de una bruja, y ya todos sabemos qué pasa luego.

A pesar de ser una película de animación, no es una película para niños, ni en el fondo ni en la forma. Es posible que les asuste mucho, por ser demasiado siniestra para unas criaturas, y no la van a disfrutar del mismo modo que los adultos, en mi opinión. Esto lo explicaré más detalladamente al final del artículo.

Se trata de una película muy interesante, tanto visualmente como en su argumento. Nada más empezar, mientras aún suena la música del inicio, se nos muestra una muñeca que es descosida, y una mano (cuyos dedos son como agujas de coser) le arranca el relleno y los ojos de botones, la pone del revés y la transforma en otra distinta, y cuando ya está reformada se va mágicamente flotando por una ventana lo mismo que ha venido.

Coraline se muda junto con sus padres a un antiguo palacete venido a menos que ha sido convertido en un edificio de apartamentos. Sus padres no son personas crueles ni están en la miseria, simplemente no tienen tiempo para atenderla aunque sí facturas que pagar, y se encuentran muy ocupados con su proyecto de escribir un libro de jardinería. Lo único que esperan de ella, y así se lo hacen saber en varias ocasiones, es que no los moleste. Así que, como ha tenido que dejar atrás a sus amigos, la animan a ir en busca de los vecinos, a cada cual más excéntrico (me quedo con las ancianas aficionadas a lo esotérico y a disecar sus perritos muertos para tenerlos con ellas para siempre), para que ellos la entretengan, pero esto únicamente consigue desanimarla aún más.

Mientras tanto, el nieto de la antigua propietaria de la casa, Wybie Lovat, un niño al que ella no soporta por ser demasiado hablador, le regala a Coraline una muñeca que curiosamente es idéntica a ella, salvo por los ojos, que son dos botones, y que ha encontrado en el baúl de su abuela. Y ahí empieza todo.

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Así Coraline se percata de una puertecita disimulada en una de las paredes de su casa, y una noche, harta de su aburrida nueva vida, decide explorar el túnel que se abre tras la puerta, descubriéndose en una nueva realidad muy parecida a la suya, pero mejorada. Sus “otros padres” son cariñosos, tienen todo el tiempo del mundo para ella, se desviven por complacer sus caprichos antes de que los pida y su “otra madre” es una gran cocinera. También el sitio ha mejorado, pues la casa está impecable y los jardines son una maravilla. Únicamente es un poco raro el hecho de que todos en ese otro mundo tengan botones por ojos, y que la “otra madre” haya cosido la boca de su vecinito para que no sea tan hablador. Pero qué importancia tiene nada de eso, detalles…

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Durante la cena se le dice que puede permanecer todo el tiempo que quiera, después la arropan al irse a la cama, y cuando se despierta, se halla en su verdadero cuarto. Tras esto, sus visitas se hacen más frecuentes, hasta que un día su “otra madre” le dice que si de verdad quisiera, podría quedarse con ellos para siempre, con una condición: que le dejara coserle botones en los ojos. Indignada, se va a dormir esperando al despertarse estar de nuevo en su cuarto. Y hasta aquí llego, creo que con lo que he contado es suficiente para poder hablar un poco más de esta película sin llegar a los temidos spoilers.

Siempre que pensamos en los cuentos de hadas, salvo algunas excepciones, la figura materna o ha fallecido o es una malvada madrastra. Supongo que el que aquí sea simplemente una madre fría es un avance, por lo menos posibilita un acercamiento y una identificación entre ambas cuando ellas estén preparadas.

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Pero la madrastra cruel la tenemos igualmente. Se reflejan aquí dos modos de entender la maternidad, dos polos opuestos: una no tiene tiempo para cuidar de ella, y la otra es el tipo de madre absorbente; me hace acordarme del refrán que dice: “tanto quiso el demonio a sus hijos que les sacó los ojos”. Es un tipo de madre que no quiere la libertad ni la felicidad de su hija, sino arrebatarle su identidad.

¿Pero y el padre? ¿Qué pasa con el padre? Pues el padre, en esta historia, pesa poco. Y es una pena, se le podría haber sacado más partido a este personaje. En ambos mundos esta figura palidece al lado de una madre todopoderosa. Es quizás un poco más cercano a Coraline, y se percibe esta cercanía más en “el otro mundo”, pero el conflicto principal es entre madre e hija.

Conflicto que empieza a resolverse cuando Coraline se encuentra con la falsa madre, ya que tras desengañarse de las apariencias comienza a valorar más lo que ya tiene, lo que siempre ha tenido, y esta nueva forma de ver la vida incluye también a su entorno.

Y aquí el último motivo por el que, en mi opinión, no es una película para niños: incluso aunque algún niño muy valiente pueda verla acompañado de mayores, no le va a llegar como a un adulto. Puede dejarse llevar por las sensaciones y emociones que le produzca el film, pero carece de la experiencia suficiente para entender del todo esta historia de apariencias, decepciones, y aceptación de la realidad.

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Un artículo de Cineptos Zinescrúpulos







Comentarios

Un comentario en “Los mundos de Coraline

  1. Estoy de acuerdo, no consideraría Los mundos de Coraline como una película pensada para niños. Es un artículo muy bueno que refleja perfectamente la esencia de la película y de lo que transmite. Muy acertado y en definitiva, genial.

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