La Universidad se viste de fiesta

doctor honoris causa ugr
Ana del Moral
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Veintitrés de mayo de dos mil catorce, un día luminoso en Granada, un día festivo en la Universidad. Un nutrido grupo de personas universitarias y no universitarias nos reunimos en un acto lleno de símbolos para agradecer la colaboración con destacados investigadores y afianzar nuestra relación con ellos. Estamos en la ceremonia de investidura de Doctores “Honoris Causa”.

El título de Doctor “Honoris Causa” es un reconocimiento que otorga la Universidad a una persona por su valía o aportación a la ciencia, al progreso, al conocimiento, a la creación cultural o artística, a sus relaciones científicas y personales con la propia Universidad y a su proyección en el ámbito de la cultura de una comunidad.

Hasta la fecha la Universidad de Granada ha distinguido a 103 insignes doctores con este reconocimiento. El pasado viernes tuvimos la oportunidad de incorporar al claustro de doctores a tres insignes personas de áreas tan distintas como distantes. D. Álvaro Siza, arquitecto portugués, D. Ricardo Uauy, nutricionista Chileno y Dª Carmen Herrero,  economista española. Un técnico y artista,  un profesor de Ciencias de la Salud y una investigadora del área de las  Ciencias Sociales.

Recibimos tres discursos como tres regalos, emotivos, sentidos y llenos de contenido. Nos entregaron sus más profundos pensamientos.

El Prof. Siza nos describió su dilatada relación con nuestra ciudad y sobre todo sus inolvidables visitas a la Alhambra. Él también se vio envuelto en el embrujo de la arquitectura de nuestro monumento. Nos dio una lección de arte empapada en una soberbia poesía. Un discurso lleno de encanto, dulzura y agradecimiento a una ciudad a la que quería devolver algo de lo mucho que le debe de su formación.

Desde un punto de vista mucho más científico, el profesor Uauy  recordaba que no es tan importante dar respuestas, como hacerse buenas preguntas. Esto es lo que nos lleva al conocimiento. Tal era su entusiasmo hablando de investigación que de vez en cuando abandonaba el discurso escrito y se empleaba en explicar a la audiencia detalles científicos como si de una clase en un aula se tratara. Insistió en la importancia que tiene en la investigación equivocarse, errar una y otra vez. Este mensaje que le profesor chileno nos transmitía me recuerda el concepto de “resiliencia”.  Según el prestigioso psiquiatra D. Luis Rojas, que precisamente hace unos días ha sido investido como Doctor “Honoris Causa” por la Universidad del País Vasco, la resiliencia es una actitud de flexibilidad ante las adversidades. En su discurso el profesor  Rojas ensalzó las virtudes de la “resiliencia” en las que ha profundizado tanto en sus investigaciones profesionales como en su vida personal. Efectivamente, se aprende de los errores. Lo dice Uauy, lo dice Rojas y lo decía  Churchill:  “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”.

Y por último intervino Dª Carmen Herrero. Como se dice castizamente, una señora de bandera. Un discurso impecable, reivindicativo pero sereno, lleno de buenos consejos y entrañable en sus formas. Lanzó un ramillete de críticas al sistema universitario bien armado y fundamentado. Pero con lo  que más  me identifico personalmente es con su firme defensa de la investigación básica. Estoy completamente de acuerdo con sus palabras. No podemos obtener resultados aplicados si no nos sustentamos en pilares básicos. Tan necesario para alcanzar el conocimiento es lo básico como lo aplicado.

Un acto cargado de símbolos que se repiten desde hace más de quinientos años. Tras los preceptivos discursos, el Rector pregunta: “concedemos  el grado de Doctor “Honoris Causa” y el claustro responde “Concedemos”. A continuación los padrinos acompañan a los candidatos a la mesa para realizar el juramento. El Rector procede a la imposición de los atributos que le acreditan. El birrete como señal de corona y excelencia doctoral. Coloca un anillo como muestra de unión perpetua y amistad con la ciencia y con la universidad. Finalmente les entrega el libro de la ciencia con las siguientes palabras: “este libro es para que comprendas que debes investigar, leer y dar provecho”. Creo que esto no se le debe decir a los doctores recién investidos, creo que es obligación de todos los doctores de la universidad y no estaría mal que de vez en cuando nos lo recordaran.

Pero de todos los gestos que se hicieron, el más significativo es el momento en que el Rector se funde en un abrazo con el nuevo Doctor diciendo “te abrazo para demostrarte el mutuo amor, fraternidad y caridad”. Finalmente pasan a sentarse e integrarse en el claustro de doctores. Increíble ceremonial lleno de signos que reflejan el espíritu de la Universidad: sabia, unida, universal y fraternal.

No quiero terminar sin comentar algo que llamó poderosamente mi atención. Durante el juramento repetían la siguiente frase “prometo también que, si por necesidad apremiante de doctores para alguna de sus cátedras fuese reclamado para ocuparla, no pondré impedimento, pese a la negativa legal que me pueda asistir”.  Y teniendo en cuenta como está el panorama de la Universidad, con una avalancha de jubilaciones que no tienen renovación y con una necesidad apremiante de doctores para más de una cátedra  ¿Tendrían que cumplir su compromiso de incorporarse si el Sr. Rector les reclamara?







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