La Fundación Amaranta acoge a una treintena de mujeres víctimas de la trata de personas al año en Granada

Son adolescentes y/o unidades familiares que han sufrido esta lacra con fines de explotación sexual

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Imagen ilustrativa del tema
Bea Rodríguez
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El día 23 de septiembre se estableció como el ‘Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de personas’. Un atentado contra los derechos humanos que se diversifica en varias modalidades: explotación sexual, explotación laboral, trabajos forzados o tráfico de órganos. La más conocida y numerosa es la relacionada con la explotación sexual, siendo la mayoría de sus víctimas mujeres y niñas.

Con el fin de favorecer la integración personal e incorporación social de mujeres y adolescentes víctimas de la trata, nace la Fundación Amaranta, una organización privada y sin ánimo de lucro. Intentan incrementar una conciencia de la dignidad de estas mujeres y poner fin a su discriminación.

Desde Granada Digital nos hemos puesto en contacto con la coordinadora de la sede de la Fundación Amaranta en Granada, para conocer un poco más quiénes son y el trabajo que realizan.

Amarantta lleva en marcha diez años. “Trabajamos en la incorporación social de mujeres y/o unidades familiares víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual”, señala.

Explica que cuentan con diez plazas para la acogida residencial y que a lo largo de un año pueden acoger a una media de treinta personas. “La duración de la acogida es distinta según la necesidad de cada caso. Existen casos que se han detectado e identificado en Granada, y por su riesgo se cree conveniente la derivación a otra delegación  de la fundación donde se garantice su protección y seguridad. Hay personas que deciden regresar a sus países y en otras ocasiones que las mujeres deciden quedarse en España y su proceso de incorporación suele ser largo en el tiempo,dependiendo del proceso de recuperación física y emocional de cada personas. Por dicho motivo, no existe un tiempo limitado para la atención residencial de estas personas.

Las personas que acogen en la fundación son derivadas generalmente por los  cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado o entidades sociales que trabajan directa o indirectamente con personas víctimas de trata. En Granada, la Fundación Amaranta trabaja con entidades sociales como Cruz Roja o Cáritas, entre otras.

“La mayor parte de las personas que acogemos son de origen extranjero, de países diversos como Nigeria, Rumanía, etc. Aunque se sabe que también puede haber trata nacional, con lo que mas se trabaja en la actualidad es con personas extranjeras”, puntualiza.

La sede de la Fundación Amaranta en Granada está compuesta por un equipo multidisciplinar, formado por una directora, una coordinadora, una trabajadora social, cuatro educadoras, una orientadora laboral y una psicóloga. “Nosotros trabajamos bajo dos modalidades de atención: residencial o territorial, con itinerarios personalizados de incorporación social. (vida cotidiana, salud y bienestar, social y formativo, jurídico y sociofamiliar), este último para las posibles unidades atendidas víctimas de trata”, expone.

Susana sostiene que cuando una mujer llega a la fundación lo primero que hay que atender es a su protección, de ahí se pasa a estabilizarla emocionalmente a nivel psicológico, se fomenta mucho el descanso, la vida cotidiana y la familia. Una vez la mujer está estabilizada y se quiere quedar en España, se fomenta el área jurídico y sociolaboral. “Lo más complicado es que estén bien, encuentren trabajo y que tengan documentación. Se trabajan cosas básicas, emocionales, psicológicas y de vida cotidiana, para después pasar a hacer el proceso de incorporación social final. “Una vez la mujer abandona la residencia y dispone de un trabajo y una vivienda, le podemos seguir dando apoyo psicológico o lo que demande”, explica.

Amaranta asegura que lo mejor es ver la evolución de una mujer cuando llega siendo víctima de trata, sin documentación, con un menor y este con problemas de salud. Con la ayuda que recibe en la fundación, ese menor consigue recuperarse, esa mujer consigue documentación. Nos cuentan cómo ha sido su situación de víctima de trata, se estabiliza emocionalmente, se recupera y consigue un trabajo y sigue con su hijo”, resume.

“En la fundación intentamos incorporar a las mujeres en trabajos que no sean exclusivamente domésticos, como en la restauración, de cocineras, camareras u otras, a las que formamos en la misma”, apunta.







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