La felicidad puede estar en una loncha de jamón

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Andrés Cárdenas | @AndresBetula
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A veces quien más sabe de tu vida es ese camarero que te sirve habitualmente una marca de vino o un aperitivo que te gusta. Hay gente tan profesional en ese negocio que sabe de qué pie cojea cada cliente por la forma de pedir una bebida o degustar una determinada tapa. Hace poco un viejo camarero del Puerto de Santa María me desveló que a Rafael Alberti le gustaba mucho el marisco y sabía el humor de cada día del poeta atendiendo al plato que pedía.

Me contó que el marinero en tierra, antes de que le venciera definitivamente la vejez, iba mucho al Romerijo, esa catedral del marisco que hay junto a la bahía gaditana, con su amigo Paco Rabal, el actor, a ponerse ciegos de tortitas de camarones y langostinos de Sanlúcar. Comerse una nécora regada con manzanilla fresquita era para ellos una de las formas que adoptaba la felicidad que ambos perseguían. Aunque, me dijo el camarero, el orgasmo en el paladar surgía cuando pedían pan para mojar en la salsa marinera de las almejas. El camarero guardaba como oro en paño una dedicatoria que ambos le habían escrito en una servilleta: “Para Antonio, el camarero que sabe dónde reside nuestra felicidad”. Antonio guarda como oro en paño esa servilleta firmada por el poeta y el actor fallecidos.

Al parecer Paco Rabal y Rafael Alberti, mientras tapeaban en cualquier taberna de la Ribera del Marisco, hablaban de todo lo que se les ponía por delante. Analizaban los sentimientos y las verdades o las mentiras a través del sentido del gusto. Encontraban el placer de la amistad y de la literatura a través de la gastronomía marinera.

Sirva este prólogo para decirles a ustedes que en este año que acaba de comenzar no busquen demasiado la felicidad en paraísos lejanos o en sueños inalcanzables. Ni siquiera en personas determinadas (que suelen fallar), sino en los placeres más corrientes y mundanos: pasear sin prisas por el corazón de su ciudad, charlar de economía doméstica con el quiosquero, en el olor a café de la mañana, en el aperitivo del medio día o en la comida casera que te preparas todos los días. La felicidad a veces está escondida en la beta de una loncha de jamón o en la cabeza de una gamba. Feliz 2016.







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