La cetrería: un arte, una afición y un servicio a la comunidad | Vídeo

Más allá de adiestrar aves rapaces para cazar, la cetrería en Granada sirve para el control de plagas avícolas y, también, para dejar a más de uno con la boca abierta

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Una hembra búho en un vuelo | Autor: Á. G.
Ángela Gómez | @_Angela_GA
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En un descampado en la entrada a Peligros, quedamos con Daniel López, el fundador de la primera escuela nacional de cetrería, la Escuela Mulhacén. No viene solo. Está con Hechicera, una hembra buho que deja embobado a quien la mira; con Zorro, un macho 'harry' muy listo; con Artemisa, un águila de cola roja, la diosa de la caza; y con Valkiria, un águila apache bastante guerrera.

En este entorno, Daniel nos explica en qué consiste este mundo de plumas, de vuelos, de garras, de velocidad y de unos ojos que miran fijamente esperando que pase algo.

“La cetrería es el arte de adiestrar aves de presa para la caza”, nos resume Daniel aunque no es la única utilidad que tienen. “Con ellas se hacen talleres de educación medioambiental, disuasión de plagas avícolas, para mejorar una situación de insalubridad por los excrementos o por el ruido de alguna especie que se aglomera en urbanizaciones y que no deja descansar a los vecinos”, nos explica. Además, en los aeropuertos, las rapaces siempre han servido siempre para mejorar la seguridad. Estas aves se utilizan para espantar a bandas de pájaros que puedan suponer un peligro en el despegue o aterrizaje de los aviones. “Con ‘vuelos de marquaje’ se consigue ahuyentar a esas aves porque la idea es espantarlas, no terminar con ellas”. Y otros usos más lúdicos como, por ejemplo, la entrega de anillos en una boda.

Daniel López Martínez fue el fundador de esta escuela, pero como él nos apunta, “echó lo dientes rodeado de estas aves”. A los siete años Daniel ya sabía lo que era tener una hembra de gavilán en su puño pues su padre era cetrero. Ha vivido entre estos animales toda su vida, y en 1991 se quedó al mando del servicio de cetrería del aeropuerto de Granada.

Fue por la creciente demanda de interesados en el ámbito de las aves de presa lo que llevó a Daniel a abrir, oficialmente, esta escuela en el año 2000, cuyas instalaciones se encuentran en Peligros y en Atarfe, donde albergan los pájaros, y las aulas de formación en la calle Alhamar.

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Daniel López, cetrero junto a una de sus aves | Autor: AG

 NO SON MASCOTAS

Tras estar treinta años al lado de estas aves y tras adiestrar a 500 de ellas, Daniel sabe dónde reside la clave para su adiestramiento y matiza una falsa creencia popular. “Un ave de presa nunca de domestica. Para adiestrar a un ave de presa, en primer lugar, hay que amansarla. Este proceso, por regla general, implica coger el ave adulta y salvaje y, después, darle un punto de hambre exacto para poder adiestrarla. Ellas responden únicamente al hambre. No tienen afinidad con los dueños, solo algunas son capaces de reconocer la voz y la silueta”, nos explica Daniel, quien considera que es un error definirlas o tratarlas como mascotas. “Hay gente que las adquiere sin conocimientos, y el pájaro acaba malvendido o muerto”, añade. “Son animales que no tienen ningún tipo de apego, salvo el interés por la carne que le puedas ofrecer”, nos asegura.

Pero sin llegar al otro extremo, nos advierte Daniel. “Hay gente que piensa que estas aves lo matan todo y tampoco es cierto. Tan solo el 20% de las rapaces que se crían en el campo son las que sobreviven; el 80% muere de hambre”. "Los que se dedican a la cetrería lo hacen bien porque les gusta cazar con ellas, bien porque les apasiona el verlas en acción; bien, como yo, quien las usa para hacer servicios sociales", nos explica.

PERMISOS  Y PRECIO

Para adquirir un ave de presa, en Andalucía, hay que disponer de las instalaciones adecuadas para estos animales, supervisadas por las autoridades de Medio Ambiente; formarse en la cetrería al lado de un profesional, tanto el pájaro como el alumno, y luego realizar un examen para obtener el carné de cetrero, el que te habilita poder tener alguna de esta ave bajo tu responsabilidad. Esta prueba comprueba si el pájaro está en óptimas condiciones de caza.

El mantenimiento de estas aves puede rondar al mes alrededor de 20 euros, dependiendo de la especie. Estas rapaces se venden por precios que oscilan, también dependiendo de la especie, entre 300 euros (un harry o un cernícalo, por ejemplo) hasta los 12.000 euros que te puede costar un halcón peregrino de una subespecie de origen ruso y que está actualmente muy cotizado.
Volviendo al tema de los usos de estas rapaces, le sugerimos a Daniel que quizá haya personas que no compartan la idea de que estas aves se usen para actividades lúdicas, que su lugar debe ser el espacio natural.

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Daniel López muestra a Granada Digital un vuelo con una hembra búho, poco habitual verla en esta actividad de día | Autor: A.G

Daniel ha exhibido estas aves en mercados medievales o en una discoteca con motivo de algún espectáculo. “Se piensan que los tenemos atados a todas horas, y no es así porque todos los días vuelan, y se percibe perfectamente cuando el pájaro está nervioso o se encuentra mal. En el caso de la exhibición en la discoteca, el vuelo no dura más de un minuto, y luego la sacamos de allí, porque estoy de acuerdo en que no el lugar adecuado para ellas, pero, ya te digo, no estamos más de diez minutos desde que el ave entra y sale de la sala”, nos explica Daniel.

Tras esta charla sobre la cetrería, Daniel nos demuestra el vuelo de puño a puño. Una experiencia corta pero que te hace ver la grandiosidad y la precisión de estas aves.

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