Ezequiel Ponce: el trabajo que no se ve

El delantero argentino no ha destacado por un disparo demoledor, un regate exquisito o una velocidad sobrenatural, pero ha convencido a Jémez a base de trabajo, esfuerzo y lucha

ponce - GRANADA C.F. - VILLAREAL C.F.
Ezequiel Ponce, durante el partido de la jornada 1 ante el Villarreal | Foto: Antonio L. Juárez
Daniel Sánchez-Garrido | @Danisgr
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Ezequiel Ponce es indiscutible. Lo ha conseguido a base de esfuerzo. Como buen argentino, Ponce vive los partidos a su manera. Da igual que se rocen los 40 grados, el de Rosario corre sin parar durante los noventa minutos, asfixia a los defensas y se convierte en la llave para ejercer una buena o descompensada presión, tan importante en la filosofía de Paco Jémez.

Paco sabe del potencial de su delantero, y por ello le ha dado la titularidad. El técnico rojiblanco sabe apreciar al delantero menos vistoso, aquel que es generoso en defensa y tiene una buena lectura del partido y las jugadas. Sabe elegir el momento de lucirse y el de bajar al barro. Aún es pronto, apenas se llevan tres jornada del campeonato nacional de liga. De momento, Ponce no ha destacado por ser un goleador, tener un disparo demoledor, un regate exquisito o tener una velocidad fuera de lo normal. Ponce se crece en la pelea, la lucha y la pugna con los rivales. Virtudes menos mediáticas, un trabajo que no se ve.

En sus tres partidos de liga, el argentino se ha ganado a toda la afición. Debutó con gol ante el Villarreal en el estreno liguero de esta temporada y dio un preciado punto al casillero rojiblanco. En Las Palmas nada salió bien, aunque Ponce fue de los pocos que se salvaron. Ante el Eibar, Ponce fue uno de los mejores del equipo nazarí. Provocó la expulsión con roja directa de Riesgo, cuando nadie esperaba que intentara esa presión. Y además, de él fue el cabezazo previo al gol a puerta vacía de Kravets.

Pero Ezequiel no se queda aquí. A sus 19 años, tiene un gran margen de mejora, a la vez que una madurez natural. Se vio en sus declaraciones al micro inalámbrico tras el encuentro ante Eibar. Se le veía tocado, dolido por la derrota, con ganas de revertir la situación pronto.

El italoargentino está viviendo con el Granada su primera experiencia en una gran liga europea. Viene del calcio italiano, pero de jugar en el equipo de reservas de la Roma, donde su calidad se imponía con relativa facilidad. Ahora despega con la camiseta rojiblanca, a base de trabajo, fuerza, fe, corazón, y para deseo de todos los rojiblancos, un futuro con muchos goles.







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