"No estamos acostumbrados a protocolos de balones de oro"

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Manuel Herrera @manuelherrerapr// Foto: Román Callejón @romancallejon
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Nos situamos en los minutos posteriores al partido entre el Real Madrid y el Granada: Lucas Alcaraz comparece en la rueda de prensa para analizar la derrota de su equipo. En un momento dado, un periodista le pregunta al técnico rojiblanco por qué sus hombres habían decidido hacer la piña previa al duelo mientras Cristiano Ronaldo recibía el homenaje del Bernabéu por su nombramiento como mejor jugador del mundo, en lugar de ir a felicitar al portugués: "Lo que pasa es que no estamos acostumbrados a protocolos de balones de oro, yo no he estado en muchos", respondió, con una sutil ironía el entrenador rojiblanco.

Quizá, el protocolo y el programa del partido de ayer planteaban un guion festivo para el Real Madrid. Ronaldo debía completar su fiesta con una victoria y algún que otro gol; el Bernabéu tenía que disfrutar del liderato provisional después de varios meses; y el Granada, por su parte, veía recaer sobre sus hombros la labor de servir como oponente necesario para dotar de realidad al trámite futbolístico.

Sin embargo, los rojiblancos se pusieron panza arriba desde el pitido inicial para resistirse a la vorágine festiva y para tornar la algarabía blanca en preocupación. El Granada fue un equipo orgulloso, corajudo y tenaz. Quizá - y sin quizá - careció de brillantez y de mordiente ofensiva, pero se ordenó de tal modo que le negó la portería al equipo de Ancelotti durante casi una hora, que es mucho decir.

En ese tránsito, el equipo nazarí no solo puso todas sus líneas al servicio del sistema defensivo, también demostró que es un conjunto capaz de hacer circular el balón con inteligencia y con sentido común; sin arriesgar el pase, pero haciendo camino. Lástima que esa buena labor constructiva no se complementara con profundidad a la hora de internarse en la guarida del lobo. Esa ausencia de fútbol a partir de tres cuartos de cancha es el único reproche para los rojiblancos.

El partido cambió cuando el protagonista de la fiesta quiso compartir sus regalos, que son unas inenarrables virtudes futbolísticas, con sus más de 80.o00 invitados: Ronaldo recibió, se colocó, caracoleó, amagó y disparó por donde parecía no haber hueco. Sí para él. El gol del portugués, al filo de la hora de partido devolvió las aguas a su cauce cuando el Real Madrid y su grada empezaban a mostrar los primeros signos de nerviosismo.

De ahí al final, el Granada se topó con dos problemas: la muralla del Real Madrid en defensa y  su escasez de ideas para atravesarla. Llegó el segundo y llegó el final. Era la crónica de una derrota anunciada, pero hay maneras de perder, y ayer, en el Bernabéu, el Granada CF lo hizo con la cabeza alta, después de haber hecho un gran esfuerzo por saltarse el protocolo. A orillas del Genil, no hay muchas nociones acerca de cómo comportarse ante el homenaje a un Balón de Oro. 

 







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