El saxofonista Bradford Marsalis celebra el X aniversario de su formación en Granada

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El saxofonista norteamericano Branford Marsalis está considerado como un auténtico número uno en el circuito del jazz contemporáneo. A la sombra durante años de su hermano Wynton, comparte con él un inmenso conocimiento sobre la historia de la música afroamericana y tanta querencia por la ortodoxia como por todo lo contrario. De hecho, su concierto en Granada fue una suerte de camino de Santiago del jazz, desde el radicalismo en tromba de la pieza ‘Retourn of the Jitney man’ con la que comenzó hasta un ‘St Louis Blues’, al final, ya en las fuentes primigenias del jazz.

Celebraba el saxofonista el décimo aniversario de su formación habitual (también el segundo disco que lanza desde la autogestión) pero del tradicional trío de acompañamiento suyo se ha caído una de las piezas fundamentales, el baterista ‘robaplanos’ Jeff "Tain" Watts que era capaz de quitar el protagonismo a cualquier líder, algo que también puede hacer perfectamente el pianista Joey Calderazzo, que con Eric Revis, el bajista, ha logrado una gran entendimiento a cualquier velocidad (incluida la de la luz) con el saxofonista.

El tercero en concordia fue el joven baterista (18 años) Justin Faulkner, encajado entre sus compañeros, un músico que hace de todo con su instrumento y, sobre todo, manifestó una compenetración absoluta con el pianista, por momentos casi miembro oficial de la sección de ritmo. Fue tal el derroche de energía del baterista, que era el único al que se le permitió prescindir de la corbata oficial del combo.  

Marsalis alternó saxos tenor y soprano, el primero en los temas más fogosos y el recto en los más melódicos. En su actuación del Festival de Jazz de Granada trató a sus compañeros de igual a igual, dejándoles mucho espacio por delante para sus desarrollos individuales, que salvo el bajista, un tanto mermado de sonido en la mezcla general, supieron causar hasta el asombro por sus portentosas facultades. Tras comenzar en formación de campaña comenzaron los demarrajes individuales. Con dos piezas de Calderazzo ‘Hope’ y ‘The Last Goodbye’ el tiempo se detuvo y afloraron la belleza interpretativa a lo McCoy Tyner del teclista y la gran capacidad evocadora de los arreglos con que vistieron esas dos baladas.

La recta final de las dos horas de concierto fueron el complemento historicista de la actuación, una revisión integral del bebop a partir de los riffs del monkiano ‘52and Street Teme’ donde entrabaron multitud de citas de aquel estilo rebelde, y finalizando el concierto con ese regreso a Nueva Orleans a ritmo marcial de blues de banda.  

Marsalis y su grupo, tras casi dos horas de concierto, lo remataron con una última rueda de sólos. Tras ellas, las luces del teatro Isabel la católica se encendieron y el público despidió al cuarteto con una ovación, más que nunca generosa, porque no pedía más habida cuenta de que Marsalis no hace bises.

El Festival de Jazz de Granada está organizado por la Junta de Andalucía con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad y la Diputación provincial, contando con el patrocinio de la empresa cervezas Alhambra.







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