El escenario del que se apoderan los políticos

ATENTADOS BARCELONA
Políticos tras el atentado en Barcelona | Foto: Archivo GD
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Más de trescientas personas cayeron al agua hace una semana en Vigo cuando se partió el suelo de un espigón desde el que asistían a un concierto de verano. No hubo víctimas mortales pero sí multitud de heridos que necesitaron atención médica, muchos de ellos en centros hospitalarios. El suceso, más allá de sus consecuencias y balance después de los días transcurridos, merece además la reflexión por los momentos de angustia de todos aquellos que en una décima de segundo pasaron de una diversión nocturna estival a la desesperada búsqueda de un asidero y salida de aquel amasijo de personas y el alcance de tierra firme.

Pasó en Galicia, pero toda la secuencia posterior es válida para el resto de España, incluidas claro está Andalucía y Granada. Nada más producirse el accidente los políticos se habían apoderado del escenario y como suele suceder en trances semejantes, ya se trate de la caída de un avión, el descarrilamiento de un tren o la inundación de una rambla. Sin respeto a la investigación, que necesariamente deberá ser analítica, imparcial y reposada, y -lo que es peor- sin respeto a personas que en muchos casos se recuperan en la cama de un hospital, desde todos los ángulos del espectro político se señalan causas y culpables y se presentan balances y consecuencias que -¡oh, casualidad!- siempre apuntan al otro mientras se sacude la responsabilidad de los propios.

Naturalmente, yo no estaba allí ni se podrá demostrar, pero no es arriesgado imaginar cómo aquella misma noche en las altas chancillerías de los partidos e instituciones de Vigo y Galicia se movilizaban los escalones secundarios para ofrecer al ‘jefe’ una explicación con visos mínimos de credibilidad y deslizamiento progresivo de responsabilidad en el bando contrario. Y así, de amanecida ya asistíamos estupefactos a las explicaciones de la catástrofe: que si cedió el espigón, responsabilidad de la Autoridad Portuaria (la Xunta, el PP), que si se rompieron las maderas, responsabilidad del Ayuntamiento, del PSOE. Un convenio por medio para repartirse las tareas de mantenimiento cuya ambigüedad -cuando suceden de improviso las desgracias- parece calculada con la dosis suficiente como para que todos tengan una puerta de salida a la que dirigirse. Como si a los heridos y accidentados en su maltrecha situación les importase un bledo quién tenía que clavar las maderas o quién debía cuidar del espigón.

Esta es la España autonómica, en la que una y otra vez se reproduce el esquema anteriormente descrito, basado en hechos reales, en el que los políticos se apoderan en tiempo real de la escena y ya todo es una sucesión de titulares, un panorama en el que también los periódicos y las radios y las televisiones podrían hacer algo más que ponerle el ‘canutazo’ delante al concejal del partido que aparece por allí todavía sin información y que, sin embargo, ya hace balances y juicios con temeridad absoluta en la unidireccional dirección comentada: “Las culpa es de los otros; nosotros ya lo avisamos”.

Y así llegamos a este 17 de agosto, primer aniversario del atentado de las Ramblas de Barcelona, en el que las víctimas han tenido que pedir un día de tregua para no ser utilizadas en el habitual cruce de acusaciones y críticas, agravado allí por el proceso independentista que los supremacistas catalanes pretenden imponer. No son los únicos en este contexto: el flamante presidente nacional del PP, Pablo Casado, se descolgaba este jueves con unas declaraciones en las que de forma preventiva exigía al actual Gobierno que evite que se repitan los desaires y provocaciones que el Jefe del Estado tuvo que soportar el año pasado, durante los actos de homenaje a las víctimas. No se recuerda, sin embargo, que el año pasado criticase al Gobierno, por no haberlas impedido…







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