El crecimiento silencioso de Angulo

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Manuel Herrera @manuelherrerapr
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A finales del mes de agosto, la Ciudad Deportiva de Armilla era un hervidero de aficionados, agentes y periodistas. El mercado de fichajes estaba a punto de llegar a su fin y Gilherme Siqueira estaba decidido a salir del Granada. El brasileño se ejercitaba con sus compañeros a la espera de unas noticias que se hicieron de rogar. Finalmente, en los minutos previos al cierre del plazo, el lateral izquierdo sudamericano hizo las maletas para mudarse al barrio de Benfica, en Lisboa, después de coquetear con la posibilidad de fichar por el Real Madrid.

De este modo, el conjunto rojiblanco perdió a uno de sus grandes referentes. Siqueira se había convertido en uno de los grandes ídolos de la afición. Encumbrado tras el ascenso a Primera División, tenía un impacto en el juego superior al de casi cualquier otro lateral zurdo en la élite. Su gran disparo y su jerarquía le permitían hacer muchos goles, sobre todo desde el punto de penalti. Todo el mundo coincidía: su ausencia se iba a notar.

Además, los recambios para la posición que ocupaba el jugador brasileño apenas convencían a alguien. El fichaje del desconocido Campos Toro no parecía una posibilidad muy atractiva y lo que quedaba aparte del chileno era el suplente habitual de Siqueira durante el año anterior: Brayan Angulo, un futbolista colombiano, más bien discreto y que no había sumado muchos minutos en la temporada 2012-13.

Ante la incomparecencia práctica de Campos Toro, Angulo se hizo con la titularidad desde el primer partido. Siempre observado con la crítica lupa de los nostálgicos de Siqueira, al lateral sudamericano jamás le tembló el pulso. El colombiano fue creciendo en jerarquía y demostró que, más allá de ser un defensa cumplidor, posee capacidades ofensivas y aptitudes suficientes para jugar en Primera con garantías.

Allá por el mes de noviembre, nuevamente Brayan Angulo vio cómo las circunstancias amenazaban su incipiente rol de futbolista importante. El crecimiento de Foulquier y la seguridad de Nyom invitaron a Lucas Alcaraz a pensar que quizá podría situarlos a ambos en el once, desplazando al francés a la izquierda y, por ende, al colombiano al banquillo. El resultado del experimento fue pésimo y reforzó la posición de Angulo.

También en el mercado invernal se escuchó la posibilidad de fichar a un lateral zurdo ante la salida del club de Campos Toro, pero ya para entonces la idea sonó más como una intención difusa que como una necesidad firme. La propia directiva, apoyada en el rendimiento de Angulo, decidió esperar para ver si se aparecía un negocio redondo y, al no ser así, dejó al colombiano solo y sin competencia en el puesto.

Desde entonces, lejos de acomodarse, Brayan Angulo ha seguido progresando. Su puesto no se cuestiona y su fútbol, a veces oscuro, se alaba cada vez con más frecuencia. Ante el Getafe, puso uno de los goles en la cabeza de El Arabi; frente al Elche, estuvo impoluto en todas las facetas. No es sencillo hacer olvidar a Siqueira, y quizá tampoco sea esa su lucha, pero el colombiano ha crecido de forma silenciosa y es una de las claves de este Granada.







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