“Doy gracias a Dios por mantenerme viva. Tiene una misión para mi”

La Hermana Paciencia Melgar sobrevivió al ébola y su sangre sirvió para curar a la enfermera Teresa Romero, ha estado en Granada para hablar de su experiencia, y su nueva visión de la vida

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La Hermana Paciencia Melga, antes de su charla en el Colegio de Médicos | Foto: Carlos Gil
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La Hermana Paciencia Melgar es tímida, pero su sonrisa es amplia. Tiene buena disposición, y eso se nota en su mirada. Esta misionera africana, de origen ecuatoguineano, superó el ébola. Una circunstancia que la ha convertido en un referente para este llamado ‘Primer Mundo’, porque su sangre salva vidas.

Melgar se encuentra en España por haber recibido el premio de la revista Mundo Negro a la Fraternidad, por su labor y dedicación. En definitiva por ser un ejemplo, no por superar el ébola, sino por su entrega desinteresada, y su predisposición para estar al lado de las más desfavorecidos.

Ha estado invitado en el Colegio de Médicos de Granada para dar una conferencia sobre esta “dramática enfermedad”, y especialmente sobre su experiencia, las cosas que vio, cómo consiguió mantenerse optimista, y sobre todo, sus planes para el futuro.

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Melgar sonríe con el público asistente a su conferencia

“A medida que me encuentro con la gente me doy cuenta de su cercanía y su cariño. Son cosas que nunca he esperado en la vida”, reconoce Melgar algo abrumada por la expectación que ha causado su charla. “Siempre he trabajado silenciosamente en mi rincón de África, y con la desgracia de esta enfermedad lo único que quería era ayudar a los enfermos”.

Lo dice una misionera que ha estado trabajando por los demás 7 años en Guinea Ecuatorial, y otros 11 en Liberia. Cuando a Paciencia Melgar se le pregunta por el ébola, la sonrisa se le borra de la cara. Reconoce que cada uno tiene su propia experiencia de la enfermedad. “Ha sido una epidemia horrible, peligrosa, que te deja totalmente destrozada, tanto por dentro como por fuera”.

Pero ella se curó. “Estuve enferma 17 días. Una semana en casa, y el resto lo pasé en el centro Elba de aislamiento. Era consciente de que no había un tratamiento específico para esta enfermedad”, y esboza una sonrisa que no es alegre. “Si tenías fiebre te daban Paracetamol, si tenías dolor de cabeza también te daban Paracetamol, o medicamentos para la diarrea, los vómitos o incluso la Malaria”.

Cuenta que hay otras personas que se curaron. Pero muy pocas. “Te puedo decir que del 100 por 100 que entraban, se morían 90 personas”. Se dio cuenta de que poco a poco la fiebre le bajaba, le hicieron las pruebas de nuevo y dio negativo. “Yo creo que también cuenta la fuerza de voluntad, la serenidad, hay que estar con la moral alta, porque esta enfermedad te aisla, y si tú mismo sientes que te vas, que estás negativa, eso puede acelerar el final”.

Su receta era rezar. “Rezar mucho con serenidad. Yo me refugié en el Rosario. Lo rezaba todos los días con la hermana Elena Wolo, “yo le dije al médico hemos entrado aquí las dos, y las dos tenemos que salir”.

YO ME REFUGIÉ EN EL ROSARIO

A Paciencia Melgar le pregunto si le hubiera gustado venir a España para que la tratasen. “Sí, pero bueno, no hizo falta”, sonríe, “aunque es cierto que el centro donde estuvimos era muy deficiente, nadie quería ir allí, había poco material y pocos medios”.

Después, cuando ya estaba curada un Hermano de la Orden de San Juan de Dios le comunicó que el Hermano Manuel estaba enfermo, y que “estaba bastante mal”, buscaban un donante. Melgar ni se lo pensó. No llegó a tiempo. Sin embargo, donó sangre para ayudar a los que se encontraban en esa situación. La enfermera Teresa Romero fue una de ellas. “Sigo donando cada vez que me llaman”.

SIGO DONANDO CADA VEZ QUE ME LLAMAN

Doy gracias a Dios por mantenerme viva. Creo que tiene un plan para mí. No tuve miedo a morir”, reconoce muy tranquila, aunque también tiene un recuerdo para su familia, “lo pasaron muy mal porque les llegaron noticias de que había fallecido. Incluso organizaron mi funeral”.

El futuro de Paciencia Melgar sigue estando en África. “Quiero continuar trabajando, hacer mi vida normal y volver a Liberia”.

El número de casos de ébola en África ha disminuido. “Pero esto no ha terminado. Y además, no solo son problemas de ese continente, sino de todo el mundo”. Ahora el mundo, el 'Primer Mundo' clama por la sangre de ese otro mundo, el llamado 'Tercer Mundo' del que tan poco nos acordamos... para otras cosas.







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