De Tabarnia a Tabernia

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Tabarnia es a Tabernia lo que Barcelona a Granada, donde el hecho diferencial que en el caso catalán es el idioma aquí radica en que la ciudad en un futuro no lejano será un bar. De ahí lo de Tabernia, es decir taberna. Perpetuo y continuo, pared con pared, más temprano que tarde Granada será un bar, dado que hemos elegido esta actividad como la única que realmente es activa y dinámica y hasta presumimos de nuestros bares y sus tapas en las guías turísticas. No tengo constancia directa pero no me resulta difícil de imaginar que en esa fiesta de la desmesura política que es Fitur en algún momento alguno de los millares de concejales allí desplegados habrá sacado a relucir la calidad y variopinta riqueza de nuestra planta barística.

De hecho, ya existe en Granada un espacio experimental: la calle Navas, donde el 80 por ciento -o más- de los locales públicos están ocupados por bares en contigüidad. Cierto que está enfocada al personal visitante y que en determinados establecimientos no ponen buena cara si el ocupante es 'granaíno' autóctono pero su éxito ha sido tan notable que en paralelo y casi imperceptiblemente la calle Ganivet se va constituyendo en el par mimético de Navas. En versión 'pija', eso sí. Pero más y más bares.

Pronto este modelo se exportará a todas las calles de la ciudad, lo que de paso solucionará muchos problemas de tránsito. Las autoridades podrían estudiar un sistema de comunicación interna entre los bares que permitiera a los ciudadanos transitar de uno a otro y a otro, sin necesidad de salir al exterior, con el consiguiente ahorro en servicios de limpieza, vigilancia, semáforos, etcétera... en las calles.

'Tabarnia is not Catalonia', dicen los creadores de esta réplica que ha hecho fortuna en el hartazgo de la tabarra independentista catalana; 'Tabernia is not Andalusía' es el consiguiente lema en 'granaíno' que conjuga dos sensibilidades: por un lado, esa vocación imparable de convertir todos los locales de la ciudad en bares y, por otro, una consigna capaz de atraer esa corriente de malestar con Sevilla y la autonomía andaluza en general que se detecta en determinadas capas de la sociedad y que podría cuajar en una candidatura favorable a la salida de Granada de la comunidad autónoma.

Del empleo que genera esta actividad ya hemos hablado aquí en capítulos anteriores. Ni formación ni capacitación se requiere en un sector y una patronal que en Granada como en España solo entiende de competitividad por la vía de los salarios a la baja. Lástima que esta Fitur nos llega demasiado pronto y esta idea de Tabernia todavía está en sus orígenes. Pero el millar de concejales que se desplaza a Madrid podrá presentarla como idea-fuerza en Fitur 2019. Para entonces ya tendremos conexión ferroviaria (¡¡¡¡????) y nos habremos garantizado así una salida al exterior ideal para establecer una delegación permanente, una embajada, en Madrid.

Lo suyo sería que la fecha fundacional se programase un partido de fútbol con banderas e himnos entre las selecciones de Tabarnia y Tabernia. Al estilo de aquellos que los políticos programaban entre selecciones autonómicas, generalmente en Navidad, donde no conseguían atraer ni siquiera a mil espectadores, aun cuando las entradas se regalaban en la puerta. ¿El Himno de Tabernia? Está claro: 'Bares, qué lugares', en versión sinfónica a cargo del reunido para la ocasión Jaime Urrutia y su Gabinete Caligari, desde ese día y por méritos innegables hijos adoptivos de la República de Tabernia.







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