Cuando el personaje desborda a la persona

La historia de Granada reserva un sitial de honor al médico Jesús Candel 'Spiriman' y su lucha por los dos hospitales. De él depende que ese sitial se quede ahí y no se emborrone en las luchas paralelas que ha abierto en plan 'campeador' contra todo y contra todos aquellos que osan disentir de sus criterios

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Jesús Candel "Spiriman" | Foto: Archivo GD
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Llega un momento en que callar es convertirse en cómplice. Al médico Candel lo está devorando el personaje 'Spiriman'. En su favor podría decirse que también en sus primeras semanas se lanzaban insidias en su contra desde despachos muy altos de la Junta, los mismos que se habían tomado a 'chunga' sus reivindicaciones y declaraban inmutable la fusión hospitalaria. 'Spiriman', en este esquema, se estaría cobrando revancha sobre aquellas insinuaciones. Hace pocos días un significado socialista con sueldo deslizaba que tal vez... puede que... es posible... que 'Spiriman' esté incubando una candidatura a las municipales ¡de 2019! Como si -llegado el caso- no estuviera en su derecho... Solo que esa revancha, si alguna vez estuvo justificada, está desbordando con desmesura el nivel de la corrección y las formas que deben presidir la actuación de todo personaje público.

Son esos personajes públicos los que llevan en el sueldo la crítica. Hasta ahí, nada novedoso que no deban aguantar desde los responsables de la sanidad andaluza al alcalde. Yo también soy de los que se queda estupefacto el día en que Cuenca comparece ante los fotógrafos junto a la delegada provincial de la Junta para presentarse como el "vigilante" de que la 'desfusión' se está cumpliendo. ¡Vamos! Perdida la oportunidad de haberse presentado en primera fila aquel primer día del pasado otoño en que empezó esta historia, es evidente que Cuenca no encuentra el hilo que lo reenganche y fotos como aquella entran de lleno en la categoría de lo patético.

Pero esa crítica tan llena de razones puede perderse en unas formas desbordadas que superan de largo la esencia misma de la crítica y -lo que es peor- hacen que se pierda el fondo de las razones mismas que el propio 'Spiriman' trata de trasladar a la opinión pública. Desde esos políticos hasta la figura de un taxista, todos estamos invitados... El reino de la impunidad que son las redes sociales cierra el círculo de la desmesura. Y de la buena educación, que está reñida ni nadie se merece con el grosero montaje de un vídeo y alusiones a Susana Díaz y Francisco Cuenca. Crítica a estos dos personajes públicos, toda. Respeto a las personas, todo. Por ese camino mal vamos, señor 'Spiriman'.

Soy poco corporativo. No soy de los que creen que cuando tocan a un periodista tocan a toda la profesión. Es más: también esta ciudad y este gremio está sobrado de quienes han replicado a las críticas con descalificaciones personales para no tomarse la tarea de replicar al argumento. Como cualquier profesional que ejerce su oficio cara al público, los periodistas también estamos expuestos a la crítica. Otra cosa es que el mínimo comentario merezca una réplica en la que lo de menos es la respuesta al argumento para centrarse en un aluvión de alusiones al entorno familiar y de amistades, insultos con lenguaje tabernario que resultan inaceptables para cualquier sensibilidad. Asumo el riesgo de que esta misma recóndita columna me coloque en el punto de mira. No se molesten, soy poca cosa...

Prosiga el médico Candel su lucha por la sanidad según las coordenadas que le marca su conciencia. Su capacidad de movilizacíon sigue intacta. Mantenga el espíritu concienciador y de servicio que presenta la fundación 'Spiribol'. Todas sus razones pueden tener idéntico recorrido sin las formas lenguaraces y groseras que de repetidas cansan.







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