Adelanto electoral en Andalucía, más que una probabilidad

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Imagen ilustrativa | Archivo GD
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Al borde del cierre del curso político, estos días de julio no son rutina, como cabría esperarse según se desarrollaron en años anteriores, más pendientes de las vacaciones que se avecinan que de un proceso de tantísimo calado como es la elección de la persona que dirigirá el PP, el partido más votado en las tres últimas citas electorales en España.

No se trata del único caso, porque en Andalucía las expectativas de adelanto electoral son una posibilidad candente que tiene en vilo a las cancillerías de los diferentes partidos. Qué elemento o elementos sean los que finalmente medien en la decisión de Susana Díaz y su potestad estatutaria de disolver la cámara autonómica y convocar a las urnas es un misterio dentro de un misterio. Por un lado, las encuestas se suceden y no todas trascienden a la opinión pública. Si, por ejemplo, un sondeo apunta a la conveniencia del PSOE andaluz para concurrir en una convocatoria bien separada de unas elecciones generales -que también podrían convocarse en cualquier momento, dada la debilidad de apoyos del Gobierno de Pedro Sánchez- la presidenta de la Junta, a no dudarlo, anunciará el adelanto. Sería a la vuelta del verano, para cumplir el plazo de casi dos meses que lleve a una jornada de urnas antes de Navidad.

Ese ‘efecto arrastre’, esa conveniencia de separar o unir las convocatorias de elecciones generales y autonómicas en función de los posibles resultados electorales según una u otra alternativa ha sido en ocasiones anteriores el factor determinante. ¿Le convienen al PSOE andaluz las dos elecciones en la misma jornada? Si pasa septiembre y no hay fecha para el adelanto, tendremos la primera pista.

En cualquier caso, el hecho de que Ciudadanos, que sostiene al Gobierno del PSOE en el Parlamento andaluz, se haya apresurado a convocar unas primarias que identifiquen a sus cabezas de lista en cada una de las ocho provincias, más la reafirmación del liderazgo regional y, por tanto, la candidatura de Marín a la presidencia de la Junta de Andalucía, apunta a las claras a que el adelanto electoral es más que una probabilidad. También Podemos y el pulso de su líder regional, Teresa Rodríguez, vencedora, más la posible convergencia con IU entra en este esquema de probabilidades, que se verá igualmente en cuanto el PP resuelva su congreso nacional interno, que de paso disipe si a Moreno Bonilla la pasa factura haber puesto a la organización popular andaluza a disposición de una candidatura.

Suele decirse que las elecciones se ganan por el centro. En ese sentido ha de interpretarse el ‘volantazo’ del candidato de la formación naranja, que sin mucho sentido del pudor se ha apresurado a criticar las cuatro décadas de poder socialista en Andalucía, orillando el sostén que Ciudadanos ha brindado al PSOE en la legislatura aún en curso. Solo bajo el interés electoral de ir marcando terreno, de disipar cuanto más mejor el reproche que sin duda verterá el PP en la futura campaña, acusando a C’s por su apoyo a Susana Díaz, se puede interpretar ese viraje. Puede que en el seno interno de C’s se haya analizado el mercado electoral y concluido que la fuga de votos hacia su formación podría venir en mayor intensidad con el deslizamiento desde la izquierda, frente a la pérdida de apoyos del PP en dirección a la formación de Rivera, que hasta ahora presagiaban las encuestas.

El disputado voto del ‘señor centro’: el PSOE moderó su mensaje inicial en la transición y así ganó en cuatro citas electorales que en las dos ocasiones anteriores había ganado UCD, un partido proclamado de centro. Aznar, a continuación, tomó las riendas del PP renovado con un anunciado viaje al centro. Por medio, CDS y también UPyD trataron de hacerse con ese espacio que ahora Ciudadanos ha conquistado. ¿Con cuánta intensidad y fortaleza? La resultante de los trepidantes días que removieron a Rajoy y catapultaron a Sánchez dificultan el pronóstico. C’s ciertamente se ha resentido del ‘terremoto’. Las quinielas electorales, en este nuevo escenario, son más inciertas que nunca.







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