Abróchense los cinturones

pabellon-cubierto
Imagen ilustrativa de un pabellón cubierto | Autor: Archivo GD
Domingo Funes | @DFA2011
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Pocas cosas en este mundo más peligrosas que quien pueda saquearte los bolsillos tenga un problema de liquidez. Como es natural, si tiene poder normativo en materia tributaria lo usará para estrujarte un poco más, aunque a esa situación de ruina haya llegado por su mala cabeza. De un tiempo a esta parte, los Ayuntamientos, con honrosísimas excepciones, más que por buenos gestores –que haberlos 'haylos'– por contar con una fuente de ingresos permanente y de calidad –pensemos, por ejemplo, en Albolote y Peligros con sus polígonos industriales– están más que tiesos. Hace apenas una década, todos se las prometían muy felices ingresando por tasas e impuestos de obras lo que no hay en los escritos. Eran los días de vino y rosas, de personal laboral contratado por decenas –me cuentan que ni la gran manzana tiene tanto personal de limpieza como Otura, por poner otro ejemplo– y de pabellones cubiertos que terminaban costando el doble de lo presupuestado –¿se acuerdan de Ogíjares–, de piscinas olímpicas y polideportivos en prácticamente cada núcleo de población. ¿Mantenimiento? Bah, pecata minuta: Dios proveerá.

Y como todo iba tan bien, el señor alcalde, o la señora alcaldesa, montaba su propio medio de comunicación para hacer su particular ¡Alo, Alcalde! y de paso buscar a los más talentosos comunicadores de la comarca para coparla y que, por lo general, y fruto de la simple casualidad, siempre pertenecían al partido del primer edil. El que esté libre de culpa que tire el primer micrófono. Como quiera que toda esta arcadia feliz estaba sustentada en los ingresos provenientes del denostado ladrillo, cuando la obra y el crédito, que esa es otra, dijeron hasta aquí hemos llegado, los prebostes de la res pública, en vez de pararse a pensar por un momento y concluir, necesariamente, que era imposible mantener con los recursos financieros normales ayuntamientos con más personal que la ONU, no tuvieron otra ocurrencia que la misma de siempre: sablearnos vivos. Es lo que pasa cuando haces más pabellones cubierto que bibliotecas. Y en esas están por la provincia y puede que pronto por la capital. Por la provincia tenemos recientemente el intento de subir un 30% el IBI de Almuñécar, que no es moco de pavo, precisamente. Verás como más de uno vende el apartamento y vuelve a las Sanitex...

De reducir asesores y servicios inútiles, ya hablamos otro día, si eso. En la capital, mientras las cuentas no estén ordenadas dice el concejal Baldomero Oliver, no habrá subida de impuestos. Ojo a ese "mientras", pues es literal. De la auditoría nada se sabe y de mantener una tele local que nos cuesta un riñón, tampoco. Me pregunto cuánto tardará el equipo de gobierno en ordenar la ruina heredada que tienen encima y si, mientras eso llega, empezarán a adelgazar un Ayuntamiento que con la deuda le pasa como al bueno de don Quijote con el gozo cuando fue armado caballero, que le reventaba por las cinchas del caballo. A ver. De momento, vayan apretándose los cinturones.







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